sábado, 23 de marzo de 2013

Tour du Mont-Blanc 2012. Día 3: Lago di Combal - Rifugio Bonatti

Massif du Mont-Blanc, Val d'Aosta (Italia). 6 de septiembre de 2012.

Esta etapa transcurre enteramente en territorio italiano, entre el Lago di Combal y el Rifugio Bonatti. No es lo común, pues normalmente se pernocta en el Rifugio Elisabetta Soldini y se va hasta Courmayeur o el Rifugio Bertone. Etapa 'sui generis' un día más, y especialmente dura para mi cuerpo y mi mente, que empiezan a acusar los kilómetros y la casi inactividad veraniega.


RUTA

El punto de partida se sitúa a unos 300 metros de la represa del Lago di Combal (1.950m), 100 metros antes de llegar a dicho punto cogemos un desvío bien señalizado hacia el SE. El camino gana altura rápidamente en esa dirección y, posteriormente, hacia el E-NE. Poco después de enderezar el rumbo, se llega al collado situado en la cota 2420, desde donde se continúa la senda evidente que recorre el flanco del Val Vény. Dicha senda desciende progresivamente, pasando por las inmediaciones del Lago Checrouit (2.165m), hacia Rifugio 'Maison Vieille' (1.956m). Desde este punto, se desciende pleno E por las pistas hasta la estación de Plan Checrouit (1.700m), donde tomamos un camino que desciende haciendo zetas por un pinar. Este camino nos deja en Dolonne. Cruzando el pueblo, encontramos un puente que nos deja en la otra orilla del río que atraviesa el valle, en Courmayeur (1.224m), donde es preciso encaminarse hacia la salida NE del pueblo para encontrar un tramo asfaltado de TMB. Hay que recorrer esta carretera durante un par de kilómetros, hasta la cota 1420, donde giramos a la izquierda y tomamos la pista que sube en zig-zag un enorme pinar orientado al S. Ascendiendo por la sinuosa senda, superado el límite superior de vegetación arbórea, llegamos al Rifugio 'G.Bertone' (1.970m). Desde este punto, solo queda ascender unos pocos metros más para tomar la senda que se desvía al N y, después, al NE, para recorrer el flanco del Val Ferret hasta el Rifugio Bonatti (2.025m), que alcanzamos tras una última y corta subida.


DIFICULTAD

El camino discurre por sendas bien señalizadas, ninguna dificultad en la orientación, salvo quizá, a la hora de coger la senda que desciende a Dolonne desde Plan Checrouit. Calor y aridez importantes, favorecidos por la orientación S,  en los kilómetros previos y posteriores a Courmayeur.


DESNIVEL POSITIVO/DISTANCIA

1.550m / 21.8 km.


TIEMPO

Completemente despejado. Entre 5°C y 23°C de temperatura. Viento nulo.


CROQUIS



Lago di Combal - Rifugio Bonatti



DESCRIPCIÓN

La noche a orillas del Lago di Combal ha sido lluviosa y fría, nunca he encontrado la posición ideal en mi improvisado vivac y me he levantado con una incómoda sensación de cansancio. Compruebo, después de efectuar el enésimo escorzo de la mañana en el saco de dormir, que el termómetro que cuelga del techo interior de mi tienda marca solo 5°C al amanecer. Un frío penetrante reforzado por la gran humedad del entorno que hace que la tienda esté mojada por dentro y por fuera.

A tientas, intentando no mojar mis calcetines ni posarme sobre la hierba circundante, salgo de mi morada para contemplar como los primeros rayos de sol de levante empiezan a iluminar las cumbres más altas. No tengo mucho para desayunar, un par de barritas bastante tiesas y algo de agua a temperatura ambiente, afortunadamente hoy tengo pensado reponer alimento y, sobre todo, bebida en Courmayeur. El Glaciar de Miage, la Aguja Negra de Peuterey, el Rifugio Bonatti... el día de hoy está llamado a ser increíble, salvaje, y al mismo tiempo pasaré por Courmayeur, una pincelada de civilización en este cuadro de montaña. 

Mi mente viaja durante el desayuno, mis ojos se clavan en la cara S del Petit Mont-Blanc, buscando la ruta que ascendimos mi hermano y yo hace unos meses. Pero hace frío y no quiero quedarme más de lo necesario parado, no me puedo permitir ponerme enfermo porque sería el final de una aventura que acaba de empezar y que tanta ilusión me hace. Enseguida me pongo a sacudir y a guardar la tienda. Organizo mi mochila. Aunque la tienda esté húmeda aún, de aquí a Les Houches aguantará bien. Bueno, eso espero.

Soy optimista, creo que puedo completar la vuelta el domingo. Seis etapas, cuatro días completos de marcha y dos medias jornadas. Algunas etapas salen a casi 30 km, pero ayer ya hice una larga, ¿por qué no un par más? Veremos.

Empiezo a caminar a las 8h15, con una pereza tremenda. La primera cuesta me sienta mal, como un golpe bajo en un estómago ya de por sí maltratado esta mañana, así que me pongo a rueda de una señora que camina junto a un caballo de carga. La he visto antes, mientras recogía la tienda, pasando por la senda que yo debía seguir después camino de Courmayeur. Es una mujer fuerte, bien equipada y, presumiblemente, acostumbrada a hacer el trayecto entre los valles franceses y los valles italianos. Digo esto porque el caballo lleva dos sacos estancos de gran tamaño a cada lado de su lomo y su dueña avanza a buen ritmo, sin el menor sofoco, como si llevara haciendo esto toda la vida. Así que decido darme una tregua y me instalo en su ritmo, que me conviene perfectamente, hasta que entre en calor.

Poco a poco voy sintiéndome algo mejor, pero no acabo de tenerlas todas conmigo. Me duelen las piernas, me pesa la mochila y me siento cansado, vacío. Es una mala señal, significa mal sueño y mala recuperación, y de vez en cuando, aunque de manera recurrente, una pizca de pesimismo me invade. Se deshacen los cálculos que mi mente elaboraba esta mañana sobre la base de un esfuerzo mal medido, el que me di ayer.

En estas estoy, dándole vueltas a la cabeza y esperando llegar al primer collado del día, bajo la atenta  mirada del Mont Fortin y el Mont Favre, cuando diviso en el horizonte dos jóvenes de mi edad. Por fin llego al collado, en la cota 2.420, las vistas sobre la vertiente italiana del Mont-Blanc, con los impresionantes glaciares del Brouillard y de Freney y, por supuesto, con el Mont-Blanc de Courmayeur dominado el panorama, se abren ante mis ojos. Extraordinario. Eso les debió parecer también a las dos británicas que acababan de alcanzar el collado, pues me piden que les saque un par de fotos, a lo que corresponden sacándome idéntico número de instantáneas con el increíble paisaje de fondo. Charlamos un poco y les deseo buena suerte.

Ahora desciendo, muy paulatinamente, sin perder casi altura y ladeando la montaña, en dirección al lago Chécrouit, un pequeño lago verdoso, aislado y muy estético. Poco más adelante está el Rifugio 'Maison Vieille' (1.956m), donde me paro un buen rato para ir al servicio y, entre otras cosas, lavarme las manos para poder ponerme las lentillas. Una vez más, recurro a la explosión de azúcar y cafeína que me proporciona la bebida de la fórmula secreta, a la que -sin ser mi intención, pero es lo más eficiente que hay en los refugios- ya he hecho bastante publicidad en este blog. Es mi salvavidas para llegar hasta dónde me he propuesto hoy , hasta el refugio que lleva el nombre de un hombre al que conocí a través del libro 'Montañas de una vida', y cuyas gestas y valores me han llevado a admirarle. Es el gran alpinista y explorador italiano Walter Bonatti.

Dejando atrás 'Maison Vieille', desciendo por las amplias pistas de gravilla que dibujan eses en su camino a Courmayeur. La orientación S en que se encuentran esta multitud de pistas e instalaciones de teleski, en el llamado Plan Chécrouit, bajo el Mont Chétif, le dan un aspecto aún más desolador, árido, mediterráneo. En el peor sentido de la palabra, evidentemente. El camino que desciende hacia Dolonne, primero, y Courmayeur, atraviesa pinares asentados sobre una tierra seca que se levanta en forma de polvareda a cada paso. Las condiciones han cambiado de forma brutal en pocos kilómetros, los que separan una vertiente de la otra, y el calor empieza a ser intenso, más aún teniendo en cuenta que estoy bajando a cotas relativamente bajas que no he visitado desde que dejé Les Contamines el día anterior. 

En el pueblo de Dolonne, una preciosa villa de montaña que conserva sus bellas formas medievales, hago una parada para comprar una pequeña toalla y jabón biodegradable, así al menos no tendré que volver a esperar a encontrar un refugio para ponerme las lentillas... pero sobre todo, podré darme una ducha que estoy empezando a merecer (y a necesitar). Salgo de la tienda y me dirijo al N, callejeando por las rúas del pueblo, cuando me encuentro con un 'randonneur' igual de perdido que yo mismo, que no encuentra el puente para pasar al otro lado del río que separa Dolonne de Courmayeur. David es bretón y camina con una pesada mochila a la espalda (cuando he visto su mochila, imposible volver a quejarme de la mía) y una riñonera bastante grande por delante de la cintura, tiene el verbo ágil y hace el mismo recorrido que yo, el TMB, pero a otro ritmo. Y tanto. Estamos un rato juntos por Courmayeur, en el supermercado y en el 'Café des Guides', donde comemos unos paninis y aprovechamos para enviar algunas fotos a través de la Wifi del bar. Hablamos animadamente sobre nuestras experiencias en la montaña y sobre cómo estamos afrontando cada uno esta vuelta al Mont-Blanc: él con su cámara réflex, buscando fotos espectaculares y caminando tranquilamente; yo buscando mejorar mi forma física, afrontando el reto de quitarme días, más ligero, en semi-autonomía. Me despido de él y le deseo suerte para llegar al Bonatti.

Los paninis de jamón y queso me han sentado bien, la cerveza con limón me ha calmado la sed. Con fuerzas renovadas dejo Courmayeur por el NE, en dirección al Rifugio Bertone, primero por la carretera y después tomando una senda que sube haciendo zetas por otro bonito pinar orientado al S. Los trescientos primeros metros son amenos, fáciles, pero poco a poco me voy quedando sin gasolina. Me preocupa. Y mucho. Acabo de comer, he descansado un buen rato, he repuesto fuerzas y me he hidratado bien en el pueblo, ¿por qué me encuentro otra vez vacío como si nada de esto hubiera pasado? Algo me dice que el bajón físico que acuso desde la primera cuesta del día puede cargarse mi vuelta al Mont-Blanc, pues me quedan otros tres días de dura marcha.

El camino hacia el Rifugio Bertone (1.970m), sencillo, pero que gana altitud bastante rápido, se convierte en un infierno. No disfruto nada, sufro. Llego al refugio después de haberme parado dos veces en 400 metros, exhausto, y decido volver a jugar la carta de la bomba de azúcar y cafeína. También compro una  botella de agua grande. De ahora en adelante el camino es prácticamente llano, así que no debería acusar los dos kilos suplementarios. Y así es, me pongo en marcha otra vez, sabiendo que voy a llegar al Bonatti, después del sufrido día de hoy, en 1h45 cubro la distancia entre los dos refugios.

Cuando he llegado al Rifugio Bonatti (2.025m) el día está en su ocaso, las enormes paredes de las Grandes Jorasses, que dominan el valle y el refugio, llevan unas horas a la sombra ya, y se tornan ahora azules, casi negras. Me sorprende la cantidad de gente que hay en el refugio, es un mundo totalmente diferente al del vivac o, incluso, al del cámping. Mi primer impulso es salir corriendo de allí, pero no estoy en condiciones de hacerlo. Una pequeña exploración del refugio que lleva el nombre de mi ídolo alpinístico -y que es un verdadero museo de Bonatti- me hace cambiar de opinión, me daré un ducha, comeré bien y dormiré sobre un colchón. Si quiero tener alguna oportunidad de recuperarme bien para la segunda parte del viaje, no tengo más remedio que moverme entre la muchedumbre, más turista que montañista, que puebla el lugar.

El refugio es bonito, moderno, está limpio y ofrece muchas comodidades. El único pero son las duchas, no es que estén mal, el caso es que, al coger la pernocta nos dan una ficha con la que se activa la ducha... bueno, en realidad, los 12 litros de agua caliente de los que dispone cada persona. Como no me lo explicaron, me tengo que aclarar con agua fría, pero al menos es una ducha. Merced a la sala de secado, puedo lavar parte de mi ropa y tenerla lista para el día siguiente, así que lo hago y sin más dilación me voy a escribir mi diario. Y enseguida a la cama.

Estando tendido en la cama, me doy cuenta de que me cuesta conciliar el sueño, y no por culpa de ningún compañero de habitación ruidoso, sino de puro cansancio. Cansancio severo. No bajo de 90 pulsaciones estando completamente inmóvil y me pregunto si podré recuperarme en unas pocas horas. De lo contrario tendría que abandonar, volver a Courmayeur y coger un bus que me lleve a casa. Tras una buena docena de vueltas sobre mí mismo, por fin noto que me llega el sueño, después de un día tan duro, es lo mínimo que merezco. Espero estar bien mañana, no quisiera tener que dejarlo ahora.

Salud y Montaña


Reportaje fotográfico: Javier Rodriguez



Primeras luces del día al salir del vivac. No está mal.

Amanece en las cumbres

Todo muy bien señalizado

Lago di Combal

Bonito amanecer sobre el Mont-Blanc de Corumayeur

El famoso caballo de carga

Esta vez toca seguir por la izquierda

Vista al S desde el collado de la cota 2420

Impresionante vista sobre el Mont-Blanc de Courmayeur, la Aguja Negra de Peuterey, el Glaciar del Brouillard...

Lago Checrouit

Aiguilles de Rochefort

Vista atrás (zoom) hacia la Aiguille des Glaciers

Dejando atrás el primer collado del día. 

Agujas de Rochefort (i) y Mont Chetif (c) en el descenso hacia Courmayeur.

Rifugio Maison Vieille

Vista atrás sobre la senda que baja desde Plan Checrouit


Bonitas calles de Dolonne

Café des Guides. Courmayeur.

Vista atrás hacia Courmayeur


Rifugio G. Bertone


Desvío hacia el Rifugio Bonatti


Panorámica desde las inmediaciones del Rifugio Bonatti



Rifugio Bonatti

PS: Los comentarios son fuente de motivación para la existencia de un blog. Si algo te gusta (o si no), coméntalo para que en el futuro siga habiendo nuevas entradas. Gracias.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Tour du Mont-Blanc 2012. Día 2: Les Contamines - Lago di Combal.


Massif du Mont-Blanc, Haute-Savoie (France) / Val d'Aosta (Italia). 5 de septiembre de 2012.

La segunda etapa del TMB comienza normalmente en Les Contamines o en Le Balme y termina en el Refugio 'Les Mottets'. En cambio, yo comienzo el día en el camping 'Le Pontet', a la salida de Les Contamines, y la termino en el Lago di Combal, ya en Italia. Una etapa larga y dura, pero también muy bonita. Allá vamos.


RUTA

Salimos del camping 'Le Pontet' y tomamos la pista que remonta el río Bon Nant. Divisamos el santuario de Notre-Dame de la Gorge (1.210m) a nuestra derecha, pero no cruzamos el curso de agua, sino que seguimos adelante por la pista en mal estado que asciende abruptamente hacia el fondo del valle. Siguiendo este camino llegamos a un antiguo puente romano y, después, al pequeño chalet de Nant Borrant (1.460m). Una pista ancha que toma altura progresivamente nos conduce al Refugio 'Le Balme' (1.706m), donde dicha pista se transforma en una bonita senda que atraviesa el Plan Jovet (1.970m), pasa al lado del Tumulus Plan des Dames (2.043m) y asciende duramente hasta el Col du Bonhomme (2.329m). 

Aquí tomamos la senda que asciende suavemente hacia el SE, en dirección al Refugio 'Croix du Bonhomme'. Antes de descender sobre el mencionado refugio nos desviamos, en un punto bien señalizado, hacia el NE, en dirección al Col des Fours (2.665m) al que llegamos tras pasar cerca de unas líneas de media tensión que afean el paisaje. Desde este collado bajamos por senda evidente hasta la Ville des Glaciers, donde una pista más ancha nos conduce, siempre en dirección NE, hasta el Refugio 'Les Mottets'. Desde este punto hay que remontar un camino que sale al E del refugio y que asciende primero rápidamente en zig-zags y después se allana y toma una orientación NE-E. Siguiendo este camino se llega al Col de la Seigne (2.516m).

Este collado marca la frontera franco-italiana y desde él se divisa el Val Vény. Descendemos por una senda evidente hasta las inmediaciones del Refugio 'Elisabetta Solidini' (2.195m), pero no nos detenemos ahí, sino que descendemos a la gran llanura del Lago di Combal (1.950m), en cuya orilla plantamos la tienda.


DIFICULTAD

Desnivel positivo acumulado (se pasan dos collados de más de 2.500m), horas de marcha y distancia recorrida. El orden no altera el producto. Todo pesa al final del día, aunque la ruta transcurre en general por buenas pistas y sendas bien señalizadas. Las fuentes de agua son igualmente abundantes, especialmente en la zona de Le Balme y en la Ville des Glaciers. También se puede pasar por los numerosos refugios citados en el punto anterior, donde hay servicio de restauración.


DESNIVEL POSITIVO / DISTANCIA

2.350m / 27,4 Km.


TIEMPO

Nubes y claros, temperatura entre 8°C y 22°C. Viento flojo durante la mayor parte del día, pero algo intenso en el Col de la Seigne, al final de la jornada. Por la noche, lluvia.


CROQUIS


Parte 1: Camping 'Le Pontet' - Col des Fours.

Parte 2: Col des Fours - Lago di Combal.

Etapa completa: Camping 'Le Pontet' - Lago di Combal.


DESCRIPCIÓN

Son las 6h30 de la mañana, llevo una hora despierto, no he dormido mucho porque había dos tipos que roncaban de manera sobrehumana en la habitación en la que estoy. Suele pasar. Quiero decir, no es la primera vez que me pasa, tenía que haberme traído los tapones. No tengo ninguna gana de seguir languideciendo en la litera y, aunque sé que no sirven el desayuno hasta las 7h30, bajo a la cantina a cargar la batería del teléfono. Me visto, recojo mis cosas y bajo.

John aún no se ha despertado, ni la mayoría de los senderistas que han pernoctado en el barracón del camping, así que aprovecho para sacar el mapa y ver hasta dónde puedo llegar hoy. Como no he reservado nada soy libre para decidir cuándo y dónde me paro a dormir. Libertad total. Creo que  puedo ir hasta el Refugio 'Elisabetta Soldini', aunque la perspectiva de tener que subir dos collados de más de 2.500m me da un poco de respeto. No sé cómo llegaré al segundo, ni si habrá sitio en el refugio italiano.

Mis cavilaciones se desvanecen en cuanto el empleado del camping sirve el desayuno a las 7h30 y las demás personas toman asiento. Desayuno fuerte, tostadas con mantequilla y mermelada, zumo de naranja, chocolate caliente y unas magdalenas. Lo voy a quemar todo en las próximas diez horas, así que no me privo de nada. Terminado el desayuno, me pongo la mochila, las zapatillas y salgo afuera. Antes de partir, saco unas fotos, compro una Coca-Cola y me doy algo de crema en la cara, pues el día ha salido más o menos despejado. En esto sale John del edificio, nos deseamos buena suerte y nos despedimos.

Empiezo a andar buscando la salida del camping por un portón que se encuentra en dirección S, a un centenar de metros del edificio principal. Giro a la izquierda y retomo la senda que abandoné ayer para dormir en 'Le Pontet'. El camino es llano, discurre al lado del río y la mañana es fresca. Llevo puesta una camiseta en Polartec Power Strecht, que es suficiente abrigo para la mañana y para los collados, y lo suficientemente transpirable para cuando el sol aprieta... a 2.000m, claro está.

En pocos minutos llego a la iglesia de Notre-Dame de la Gorge, situada al fondo de la parte más baja del Val Montjoie. Me paro unos minutos a fotografiar el conjunto y a investigar un poco los alrededores antes de volver sobre mis pasos para afrontar la dura subida que conduce a Nant Borrant. La pista es ancha, pero está compuesta por grandes rocas pulidas, más o menos planas, pero que dotan a la pista de una importante inclinación. El camino atraviesa un bosque, la vegetación es abundante y la humedad también, lo cual, sumado a la importante pendiente, me hace empezar a sudar considerablemente. Cuando ya parecía haber encontrado el ritmo idóneo llego al famoso puente romano del que hablan las guías... y saco la cámara de fotos de nuevo. Allí hay un grupo de senderistas también, que saludo y adelanto en mi camino a Nant Borrant.

Al chalet de Nant Borrant (1.460m) se llega enseguida, pues está situado a unos cientos de metros del puente romano. Siguiendo la amplia pista que zig-zaguea ahora por encima ya del nivel del bosque tomamos la altura suficiente para disfrutar de bonitas vistas sobre el valle y las montañas que lo rodean, que van quedando atrás. El Mont Joly, que hice hace unas semanas con Kattis, resalta particularmente sobre el intenso azul del cielo. También se divisan las montañas del Chablais, cadena montañosa cercana al macizo del Mont-Blanc. Conforme avanza la jornada voy pensando en los datos que había memorizado antes del desayuno, me pregunto si seré capaz de llegar a Italia en una jornada... y ese pensamiento ronda mi mente durante buena parte del día, no porque ello sea esencial para cumplir con mi programa, pero sobre todo porque me gusta acertar en mis previsiones.

Lo bueno de hacer la travesía solo es que tú te marcas tu propio ritmo, el que te conviene, en el que rindes más. Y así voy avanzando, a un buen ritmo, por la pista que conduce a Le Balme (1.706m), a donde llego después de una hora y cuarto de caminata. Todavía hay gente recogiendo las tiendas de campaña o aseándose en los servicios. En efecto, el área de Le Balme comprende, además del refugio, una zona de libre acampada y unos servicios públicos muy decentes. Tiene muy buena pinta, será una opción a tener en cuenta para una próxima vez. Aprovechando las instalaciones, me paro a sacar alguna foto y a beber, ahora quedan unos 600 metros hasta el primer collado del día y necesito estar bien hidratado para mantener un ritmo adecuado.

A la salida de la zona de Le Balme hay un desvío por senda, a la izquierda de la pista principal, que hay que tomar para llegar, primero, al Plan Jovet (1.970m), donde ignoramos la senda que parte hacia los Lagos Jovet, y, después, al Tumulus des Dames (2.034m). Entre ambos puntos me veo obligado a pararme, puesto que me encuentro, extrañamente, un poco bajo de energía. Me tomo la Coca-Cola que he comprado en el refugio y, gracias a esa inyección brutal de azúcar y cafeína, me voy sintiendo mejor. En el túmulo de las damas, dice la leyenda que yacen dos mujeres, una dama inglesa y su sirvienta que, atrapadas por una tormenta, perecieron mientras caminaban por estos lares. Fantasía o realidad, nunca está de más poner una piedra -una más- sobre el montón de rocas que conforma la tumba de estas mujeres, aunque solo sea para enterrar la mala suerte.

La zona del túmulo es también un magnífico mirador para contemplar la Aiguille de la Bérangère y el Mont Tondu, cumbres que pasan de los tres mil metros y que cuentan con glaciares a sus pies. Antes de partir, mientras recojo mi cámara, saludo a una pareja de madrileños que había oído llegar. Me cuentan que tienen pensado hacer la vuelta en 9 etapas y que se han estado entrenando todo el verano para hacer el TMB. Les deseo suerte. Ahora el camino se vuelve más empinado, pero el efecto combinado del refresco y de las paradas me devuelven la energía y encaro las zetas del camino con decisión, hasta llegar, trescientos metros más arriba, al Col du Bonhomme (2.329m), primer collado del día, donde una masa de mochileros descansa tumbada al sol. Y ahí llego yo, uno más.

Hago fotos de ambas vertientes, de los hitos del collado, de la mesa de orientación... y me como una barrita energética, pues son ya las diez y veinte de la mañana. Sin esperar demasiado, consulto el mapa y tomo el camino que sale hacia el SE y que gana altura paulatinamente en dirección al Col des Fours. Me cruzo a algunas personas que están haciendo el recorrido en el sentido de las agujas del reloj, lo cual no es lo habitual, pero bueno, quizá estén haciendo otra excursión y no el TMB. El paisaje es realmente fantástico aquí, las vistas sobre los valles y crestas que se divisan al O son impresionantes. El camino, como es casi llano, a pesar de ser una senda estrecha, permite ir rápido. Tan rápido que en poco menos de veinte minutos estoy en el desvío que ha de llevarme al Col des Fours, en la cota 2.479, sin pasar por el Refugio 'La Croix du Bonhomme', que queda unos metros por debajo de nosotros.

El panorama que se abre ante mis ojos no me gusta nada. Unos cables de media tensión atraviesan el horizonte y mancillan lo que podría ser un bello paisaje. Subo a buen ritmo, aunque empiezo a sentirme cansado otra vez, pronto voy a tener que comer, porque llevo casi 1500 metros de desnivel habiendo dormido mal (me duele un poco el cuerpo) y habiendo comido, aparte del desayuno, una barrita de cereales. Por no decir que no he hecho nada en todo el verano, aparte de dos excursiones, y mi estado de forma no es que sea deplorable, pero es manifiestamente mejorable.

Finalmente, llego al Col des Fours (2.665m), bastante vacío. La altitud se suma al resto. Allí hay bastante gente descansando, apoyados sobre las rocas de granito anaranjado que, junto con la gravilla negra, conforman la foto del lugar. Algunas personas, que hacen etapas más cortas que la mía, van hasta la Tête N des Fours, una cima panorámica a unos 40 minutos en dirección N. Yo decido quedarme cinco minutos a descansar aquí y bajar directamente a la Ville des Glaciers, no me puedo permitir una hora y veinte minutos de rodeo. Además, el día está bastante nublado, así que definitivamente, me voy hacia abajo.

Empiezo a bajar por una amplia pedrera, por una senda bien definida, que se difumina por momentos. Y en esta bajada me despisto. Por alguna razón, tomo una senda que va pleno S, en lugar de la buena, que gira en zig-zag continuamente, pero en una orientación más bien E. Empiezan a aparecerme dudas al no ver a nadie a mi alrededor, las cuales se confirman cuando llego al bonito Lac de Mya. Me he desviado bastante hacia el S, y ahora no puedo tomar un atajo y arriesgarme a perder más tiempo, debo volver hacia atrás y tomar el buen camino allí donde lo abandoné. Al menos, el lago ha valido la pena, es una maravilla.

Ahora no solo me pregunto si llegaré al Refugio 'Elisabetta Soldini' sino que también empiezo a tener hambre y la parada prevista, en la Ville des Glaciers se me hace muy lejana. Pero no puedo parar antes, en medio de un sendero de bajada sin lugares apropiados para poner el hornillo e instalarme a comer. Puede parecer una tontería, pero quiero comer allí abajo, en algún prado, y ya me he hecho a la idea. Así que sigo bajando, tomando fotos, y finalmente llego al lugar del almuerzo. Instalo mi hornillo, pongo a calentar agua, saco un sobre de comida liofilizada de la buena y me hidrato abundantemente. Decía comida liofilizada de la buena por una buena razón. En este viaje he traído tres tipos de comida deshidratada: la de Real Turmat, fabricada en Noruega, que es realmente buena de calidad, sabor y textura (y vale un dinero); la de Aptonia, fabricada en Francia para Decathlon, que se come, pero sin más; y unos noodles con pollo de una marca que no recuerdo, pero que son de los sencillos que se pueden encontrar en cualquier supermercado. Ninguna maravilla tampoco, pero mejor que la comida de Aptonia. El primer día comí una de cada, hoy como un plato de guisado de cordero con verduras de la marca nórdica y después, por la noche, unos noodles con pollo. Después de la paliza hay que cuidarse, de ello depende el resto de la aventura.

A las 13h30 empiezo a comer. Me he instalado detrás de una pequeña capilla, preciosa, a la que saco fotos también. Con la cuchara en un mano y la cámara en la otra. Me he parado una media hora, necesitaba el descanso y estirar un poco las piernas, que comienzan a estar un poco duras ya que hoy es el primer día de ruta de verdad y tanto el desnivel como la distancia a recorrer son grandes.

Con buen ánimo y el estómago lleno retomo el camino que me lleva al Refugio 'Les Mottets', donde me bebo otra Coca-Cola para afrontar la subida de 700 metros que me aguarda ahora con garantías: ¡Azúcar, azúcar negra! (como decía la gran Celia Cruz). Empiezo a subir por las zetas que salen del refugio con brío, ganando altura rápidamente, la inyección de glúcidos de asimilación rápida me ayuda casi más que la comida, aunque ésta me permitirá caminar durante más tiempo después de superar las dificultades de esta última pendiente. A medio camino entre el refugio y el collado que debo alcanzar para entrar en territorio italiano, adelanto a dos chavales, uno de los cuales llevaba una 'kippa' en la cabeza. Se me escapa una sonrisa... realmente, este TMB es un sendero universal, hay gente de todo el mundo. Sorprendente, sin duda, pero más sorprendidos se han quedado ellos cuando les he saludado con un 'shalom' en su lengua, antes de dejarlos atrás. Bueno, con algo tiene que divertirse uno.

Porque el camino de divertido ya tiene poco a estas alturas y además unas nubes más grises que blancas van cerrando el horizonte delante de mi, justo por encima del collado. El recorrido sigue siendo espectacular, bello, duro, todo lo que quería, pero ahora tengo ganas de acabar con el desnivel positivo de la jornada. Por suerte, llego al Col de la Seigne (2.516m) bastante rápido, después de haber consumido mi último botellín de bebida isotónica poco antes. Este collado es un espléndido mirador hacia la Vallée des Glaciers, en Francia, y el Val Vény, en Italia. Además, está flanqueado por dos imponentes tresmiles, la Aiguille des Glaciers (3.816m) y la Pointe Léchaud (3.128m). Por desgracia, no puedo sacar buenas fotos de estas cumbres a causa de las nubes, pero sí de las Pyramides Calcaires (2.725m y 2.695m), montañas gemelas vestidas de gris claro que se elevan por encima del Vallon de la Lex Blanche, como se conoce al valle alto que se encuentra entre el Col de la Seigne y el Lago di Combal.

En lo alto del collado estoy feliz porque sé que he recorrido lo más duro y que ahora solo toca descender, sacar fotos y disfrutar. Los pies me duelen un poco, pero lo normal, nada grave. Mi próximo objetivo es el Refugio 'Elisabetta Soldini', donde pienso tomarme una buena cerveza. Con esto en mente desciendo por un sendero bien evidente y paso al lado de una casa-refugio, hacia la cota 2.300, la Casermetta, que se encuentra cerrada, pero que tiene una parte libre y abierta. No está reseñada en mi mapa (Angulo, M., Mont-Blanc 1:15.000 - 1:50.000, Súa Edizoak, Abril 2008), así que me paro a investigar un poco. Interesante, me apunto el lugar (pero más interesante es la historia del lugar, que he encontrado aquí, en francés e italiano).

Ya sin nada que me detenga, meto quinta en busca de ese elixir de vida elaborado a base de malta de cebada, lúpulo, levadura y agua. Sí, la cerveza. Muchos sabéis de lo que hablo, de lo bien que sienta beberse una cerveza después de un palizón en el monte. No tiene precio. Bueno, sí, porque cuando llego al refugio para pedir una, no son precisamente baratas... Otra cosa que he constatado antes incluso de entrar en el Refugio 'Elisabetta Soldini' es que, aparte de la parafernalia de banderas que tienen instaladas ahí fuera, hay mucha, muchísima, gente. Fugazmente cruzan mi mente los ronquidos atronadores de la noche anterior, y las ganas de dormir en litera se marchan igual de fugazmente. Ni hablar. Además, parece que el tiempo va a ser clemente esta noche, aunque nunca exista el riesgo cero. Me la juego.

Así, emprendo el descenso hacia el Lago di Combal, un lugar al que había venido en junio con mi hermano Eloy, en un día nublado en el que queríamos subir al Petit Mont-Blanc, pero que la meteorología acabó de estropear. Aún recuerdo nuestra huida por el filo de la morrena lateral del Ghiacciato del Miage espantando a los rebecos cuando empezaba a tronar en las cimas... Buenos recuerdos. Muchas risas.

Este lago, que más bien es una enorme humedal, es el resultado de la obstrucción, por parte de la morrena antes citada, de los cursos de agua provenientes del fondo del valle. Así, sobre esta gran llanura, se ha formado un lago con muy poca profundidad y con una vegetación muy profusa. Al lado de la carretera, cerca del final del lago, instalo mi tienda de campaña y empiezo a preparar la cena. He caminado durante casi nueve horas y media hoy, estoy reventado, solo espero cenar bien y recuperar fuerzas. Desgraciadamente, parece que se avecina lluvia ahora y eso no me gusta nada, aunque eso, al menos, no me impedirá descansar.

Salud y Montaña


Reportaje fotográfico: Javier Rodríguez


Camping 'Le Pontet'. Edificio principal (i) y recepción (d).

Oratoire Saint-Antoine.


Pista ancha y monótona para calentar.

Bonita iglesia de Notre-Dame de la Gorge.


Panorámica que muestra el camino a seguir (i), el río Bon Nant (c) y la iglesia de Notre-Dame de la Gorge (d). 

El puente romano escondido en el bosque.

 Mont Joly domina el Val Montjoie.

El camino que tenemos por delante...

... y lo que vamos dejando atrás.

El bello paraje de Le Balme (1.706m).

La vista sobre la Aiguille de la Bérangère (c) y el Mont Tondu (d) es muy bonita.

El túmulo de las damas, ¿leyenda o realidad?

El primer nevero del TMB.

Mesa de orientación y fantásticas vistas.

Viejo hito.

Col du Bonhomme (2.329m).

Panorámica sobre la otra vertiente.

Vistas sobre el Lac de la Gittaz.

Paisajes espectaculares.

El camino es excelente.

En el desvío hace el Col des Fours.

Panorámica con el Refugio 'La Croix du Bonhomme' (i) desde el desvío hacia el Col des Fours.

Col des Fours (2.665m).

La pedrera por la que se desciende hacia la Ville des Glaciers.

La imponente Aiguille des Glaciers (3.816m).

Este coqueto lago ha sido el premio por desviarme de mi ruta. 

Formaciones geológicas espectaculares.

Ville des Glaciers (1.790m), hora de comer.

Capilla de la Ville des Glaciers.

Panel indicativo en el Refugio 'Les Mottets'.

La subida al Col de la Seigne se me hizo larga. Las nubes se ciernen sobre el horizonte.

Col de la Seigne (2.516m). Primera vista sobre Italia y las Pyramides Calcaires (c).

Reventado (y con protector labial).

Panorámica desde el Col de la Seigne sobre la vertiente italiana.

Pyramides Calcaires.

La Casermetta.

Las señales italianas del TMB. Sencillas, pero bonitas.

Pequeña capilla cerca del Refugio 'Elisabetta Soldini'.

Antiguos barracones militares.

Refugio 'Elisabetta Soldini' (2.195m).

El Ghiacciato de la Lée Blanche.

El Lago di Combal (1.950m). Mi vivac lo haré cerca de las pequeñas charcas del fondo.

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