martes, 15 de diciembre de 2009

Invernal al Petit Vignemale (3.032m). Forjando carácter.


Petit Vignemale (3.032m), Macizo del Vignemale, Pirineo Francés, Francia. 13 y 14 de diciembre de 2009.

Las nevadas del Puente de la Constitución han asentado y disponemos de unos días libres en los que vamos a intentar alguna cima importante, en nuestra primera invernal de entidad este invierno. La ola de frío presenta un panorama de estabilidad atmosférica que oculta temperaturas muy frías.

El Petit Vignemale es una cumbre secundaria del Macizo de Vignemale, si bien fue la primera de sus cumbres en verse hollada, en el año 1789 por La Beumella. Todas las montañas del macizo tienen su historia propia y ésta tiene su momento culminante en la primera ascensión de la "Vía de los Séracs" (AD inf), en 1925 a cargo de Marie-Louise Orta, Jean Arlaud y Charles Laffont en julio de ese año. Anteriormente, en 1908 se había producido un gran desprendimiento de parte de la barrera de séracs.

Siendo nuestro objetivo inicial la corona de Vignemale, la cima del Petit Vignemale, en las condiciones extremas que hemos soportado, nos sabe a gran victoria. Bella montaña y bellas vistas.


RUTA

Punto de partida en el aparcamiento de Pont D'Espagne (1.500m), tomamos la pista GR.10 (HRP) en dirección S, para tomar altura y alcanzar el Lago de Gaube. Éste se flanquea por la derecha del mismo y posteriormente el camino sigue el riachuelo, alternando orillas. Cerca de la cabecera del valle, se encuentra el Refugio de Oulettes de Gaube (2.151m), desde donde la vía a seguir asciende hacia el E primero y luego hacia el S, para acabar doblando al E en el repecho final a la Hourquette d'Ossoue (2.738m). Aquí el camino sigue, en ligero descenso, hasta el Refugio de Bayssellance (2.651m). Desde el refugio tomamos la directa hacia la cresta que tenemos justo al S, para ir remontándola (40º) hasta la cima del Petit Vignemale (3.032m). Descenso directo a la Hourquette d'Ossoue, y después misma vía que para la subida. Gráfico de la ruta.


DESNIVEL POSITIVO

1650m


TIEMPO

Frío extremo. -8ºC en Pont D'Espagne (1.500m), -12ºC en Oulettes de Gaube (2.151m), - 15ºC en Bayssellance (2.651m), -18ºC en Petit Vignemale (3.032m) con viento a 20 km/h. Nublado y después despejado. Nivel de las nubes: 2.300m.


CROQUIS



DURACIÓN

Lo normal, sin equivocarse de camino: Pont D'Espagne - Lago de Gaube (1h) - Oulettes de Gaube (3h) - Hourquette D'Ossoue (4h45) - Bayssellance (5h15) - Petit Vignemale (6h30). A nosotros nos costó 7h15 llegar a Baysellance.


DIFICULTAD

Ninguna dificultad técnica reseñable, si se domina la técnica de cramponaje y progresión con piolet. Dificultades principales derivadas de la orientación nocturna, la falta de huella clara en tramos y el extremo frío. Ruta larga y con mucho desnivel, para hacer en dos etapas.


DESCRIPCIÓN

Salimos de Pamplona con retraso, hacia las 13:20, con lo que ya sabíamos que no íbamos a ver ni pizca de sol y que la "aproximación" (¡menuda aproximación!) iba a ser de noche. Fuimos por Jaca y el Portalet, donde no había ni un alma esquiando, por la poca nieve y porque el mercurio testimoniaba -7ºC. Allí nos paramos a comprar comida y bebida, y comimos en el coche, un bocata rápido.

En cuanto pasamos a los valles franceses pudimos observar la magnitud de la ola de frío, todo estaba cubierto por una niebla heladora y el paisaje envuelto en escarcha. Se nos estaba haciendo de noche, así que nos propusimos no parar más y tomar el camino más corto. Por desgracia el puerto de Aubisque está cerrado de noviembre a mayo, como reza el panel colocado a pie de carretera, así que tuvimos que seguir hasta Lourdes y desde allí subir a Cauterets. Esta famosa estación de esquí estaba recién nevada, con un dedo de nieve fresca en la carretera, y aún nos quedaba subir hasta el aparcamiento de Pont D'Espagne (1.500m). Poco a poco y con marchas largas (sin poner las cadenas), llegamos a destino. Tres coches aparcados, uno en marcha que se presta a largarse. Aquello parece muerto. El termómetro del coche daba -8ºC, pero nosotros teníamos ya ánimo y ganas de darle a las botas. Nos vestimos, guardamos las cosas en el maletero y nos ponemos en marcha enseguida, son las 18:55 y tenemos, en principio 4h30 de marcha hasta el Refugio de Bayssellance (2.651m).

En total oscuridad, con unas temperaturas que no invitan a quedarse quieto y con el cuerpo destemplado, empezamos a andar siguiendo la luz de nuestros frontales. Nos cuesta un poco encontrar la pista, el GR 10 (HRP, para los franceses), que remonta el Valle de Gaube. El primer aviso lo tenemos en el camino empedrado del comienzo: una capa de hielo de espesor variable (2 a 3 dedos) se cuela entre las piedras y tenemos que progresar apoyando sobre la punta de las piedras que queda al aire. La progresión es penosa, os lo podeis imaginar. Todo estaba más que helado. Pero nuestro ánimo es bueno y lo estamos pasando bien.

Nuestro mapa indica que, en el largo ascenso hacia la cabecera del valle, el primer punto de referencia es el lago de Gaube, que deberíamos haber alcanzado a la hora y media de caminata. Nunca lo vimos, andábamos como autómatas y no nos percatamos del flanqueo que hicimos del lago, solo nos interesaba seguir la huella, no hacía tiempo para nada más. No sacamos ni una sola fotografía en toda la noche, implicaba perder demasiada energía, y la íbamos a necesitar.

Preocupados por no encontrar muestras de que estabamos yendo por el buen camino, continuamos por la huella. La temperatura se hace notar, por suerte no hay casi viento, solo una ligera brisa de vez en cuanto castiga la poca piel que tenemos al aire. Las pestañas se hielan, la nariz se vuelve insensible. Abro y cierro las manos continuamente para que circule la sangre. Seguimos adelante, haciendo amagos de perder la huella de vez en cuando, no perdemos mucho tiempo.

En poco más de 3 horas llegamos al Refugio de Oulettes de Gaube, que está cerrado, algo que ya sabíamos. Está situado a 2151m de altitud y es enorme, como dos veces el de Góriz. En este punto empezarían nuestras dificultades, que en este momento no eran graves. Damos la vuelta al refugio buscando seguir la vía, nuestras posibilidades de éxito pasan por encontrar una huella hecha que conduzca a Bayssellance. La retirada ni se nos pasa por la cabeza a estas alturas, así que, con paciencia, finalmente identificamos pisadas y acto seguido un hito que marca la vía a seguir.

El rastro asciende decididamente, aún podemos progresar sin crampones, pero se está haciendo cada vez más difícil. Pero eso no era lo peor. En cierto momento, habiendo ascendido unos cuantos centenares de metros, perdemos las huellas. Para ser exactos, aparecen rastros múltiples, lo cual nos confunde y, como suele pasar cuando se está a -16ºC, de noche, en un lugar de Alta Montaña en el que no hay nadie en km a la redonda y reventados por el esfuerzo, seguimos el camino equivocado. Ascendimos por una pala de unos 45-50º de inclinación unos 200 metros de desnivel, siguiendo el rastro imaginario de lo que parecían huellas. No debimos hacerlo, estábamos subiendo hacia nuestra miseria, hacia el punto de inflexión que nos hizo tomar otra conciencia de la situación. Extenuados por el esfuerzo, sin otras referencias que las alargadas siluetas de la cara norte de la Pique Longue de Vignemale y sus hermanas menores y con el ánimo bajo mínimos, tomamos la decisión de volver al coche. Es lo más lógico, hay que aceptar la derrota, un alpinista también tiene que saber renunciar con la cabeza. Pero su corazón nunca descansa.

Nos ponemos más ropa, los crampones, sacamos los piolets. Vamos a irnos hacia abajo cuando, casi a la vez, Aitor y yo nos proponemos un último intento si conseguimos ver una huella fiable. Si algo tenemos en común los dos es nuestra perseverancia y capacidad de sufrimiento, así que nos damos esta última oportunidad. Esto podía ponernos en un punto de no retorno, puesto que las penas que sufriríamos de pasar la noche vivaqueando sin saco, hubieran sido enormes. Fue una decisión difícil. Pero, todo hay que decirlo, no había opción buena, era pasar miseria cuesta abajo o pasarla cuesta arriba, y en ese momento estábamos más cerca del Refugio de Bayssellance que del coche. 

Bajamos por la pala, cada vez más helada, con todas las precauciones. El desgaste nervioso es enorme, todo se hace con la máxima precisión. En un punto de la bajada, me parece ver una cuerda... ¿una cuerda? ¿aquí? Nos acercamos para comprobar que era la toma de agua del Refugio de Oulettes de Gaube. Ojeamos la zona y vemos que un rastro de huellas de raquetas y de pisadas sigue hacia la derecha, en la orientación correcta según nuestro mapa. Es nuestra huella, es nuestra oportunidad.

Seguimos la huella, nuestras fuerzas están más congeladas aún que el entorno que nos rodea, la progresión es muy lenta. Aitor va un poco más rápido que yo, adecúo mi ritmo a un esfuerzo que me permita llegar al refugio, por una parte, y que me permita generar calor, por otra. Nuestras posibilidades pasan por adoptar esta técnica, pero tenemos que parar de vez en cuando, cada vez que paro me acuerdo de alguien y mi mente sonríe, porque mis labios ya no pueden. No podemos quedarnos parados más de 2 minutos, a pesar de toda la ropa y del esfuerzo, la dispersión térmica que sufrimos inclementemente nos enfría enseguida. Sabemos lo que significa quedarse parado. Sabemos lo que significa la somnolencia que nos conmina a no dar un paso más y tirarnos en la nieve a dormir.

El cielo está limpio y las pétreas siluetas del Vignemale y sus acólitos apuntan al espectáculo irreal de una bóveda celeste poblada por miles de estrellas y constelaciones. Nunca habíamos visto algo así, parecía que se fuese a caer encima nuestra, de tan saturada que se encontraba. Esta grandiosa visión, solo posible en un entorno natural salvaje, con una nula contaminación lumínica y con una atmósfera limpia y gélida de invierno, parece compensar todo nuestro esfuerzo y nos anima a seguir ascendiendo en busca del collado de Hourquette D'Ossoue, que ya no está lejos.

La huella no nos ha abandonado, es antigua, pero se puede seguir bien. El último repecho antes del collado se hace duro, clavamos los crampones de frente, traccionamos con el piolet alternativamente. Mi cuerpo, acostumbrado ya al ritmo pesado que mi cabeza le ha marcado como método de supervivencia, alcanza el collado sin ninguna emoción. Ahora ya solo queda bajar hasta el Refugio de Bayssellance (2.651m). Estamos muy cerca de lograr lo que horas antes era un imposible. Como dos exploradores de lo irreal, vemos la puerta metálica del refugio, Aitor la abre y trata de abrir la puerta interior, pero la cerradura está helada. Busco otra puerta para entrar en la parte libre del inmueble, cuando Aitor me comunica que ha conseguido abrir la puerta, estamos dentro. Nos abrazamos, lo hemos pasado mal, hemos luchado mucho. Pero estamos bien. Son las 2:15 del 14 de diciembre.

Hace mucho frío en el interior unos -10ºC, pero ya no hay viento y estamos a salvo. Nos quitamos lo justo, la parte interior de mi chaqueta de gore-tex tiene escarcha, por haber respirado en el interior. Me pongo el chaleco de plumas, deseando que fuese un buzo. El frío ahí fuera ha sido extremo.

Exploramos las habitaciones. Como era de suponer, estamos solos. Sacamos nuestros víveres e intentamos hacer un fuego en la estufa de leña que hay en el recinto de comidas. Todo está helado y húmedo, no hay quien haga un fuego, así que sacamos el hornillo y la comida y preparamos unos tortelinni que encontramos en la cocina.

Comemos como si no lo hubiésemos hecho en semanas, de todo, la pasta, fuet, leche condensada... fundimos nieve para beber. Entramos en calor, por decir algo. Vamos a intentar dormir lo mejor posible, vamos a la cama con todo aquello que no queremos que se congele. Lentillas, batería de la cámara... Nos echamos tres mantas de un grosor considerable, pero les cuesta retener nuestro calor, que se escapa por cualquier sitio. Duermo en posición fetal, con el chaleco de plumas, mallas, calcetines, guantes, gorro. La nariz mejor tenerla debajo de las mantas también.

Noche muy fría, pero dormimos, nos despertamos a las 9:15. Nos ponemos en marcha muy despacio, después de haber preparado un desayuno caliente muy nutritivo y haber fundido un montón de nieve para poder hidratarnos. El líquido es fundamental. Las barritas energéticas también, aunque estén duras como piedras, eran barritas "de chupar". Entre bocado y sorbo nos ponemos a hablar de los objetivos, teniendo en cuenta el enorme desgaste sufrido la noche anterior. Nos proponemos el Petit Vignemale (3.032m), muy asequible técnicamente y de rápido acceso desde le refugio. El día es magnífico, frío como ninguno, pero el viento es casi nulo y brilla el sol por encima de un mar de nubes que se extiende en todas direcciones, aproximadamente en la cota 2.300.

Emprendemos la marcha a las 11:20, con todo el equipo preparado y recogido. Queremos subir por la zona soleada, así que nos dirigimos directamente al S, para ganar la arista que remonta hasta nuestro objetivo. La nieve esta perfecta, polvo con una costra dura que haría las delicias de los esquiadores. En algunos tramos de umbría hay hielo, a veces azulado. Subir con los crampones por la bella arista mixta es un placer y las vistas hacia Ordesa, hacia Bigorre o hacia Balaitous y compañía son impresionantes. La subida se hace amena, si bien se siente el esfuerzo de hace unas horas. Alcanzamos la antecima a las 12:35 y vemos que el punto más alto requiere pasar una arista nevada de unos 10 metros. La nieve está perfecta y estable, no hay cornisas y el paso es bastante ancho. Llegamos a la cima del Petit Vignemale (3.032m), que nos sabe a triunfo de los grandes. La temperatura a esta altitud es de -18ºC, con un ligero viento de unos  20 km/h, nos da una sensación térmica de aproximadamente -26 ºC. Nunca habíamos pasado tanto frío. Apenas hablamos, nos basta con mirarnos: Estamos felices. Hacemos las fotos de nuestra victoria y exploramos con la vista la arista que conduce a la Punta Chausenque y hacia la Pique Longue, así como la salida del corredor terminal de la Vía de los Séracs (AD inf.) al Petit Vignemale.

El momento de éxtasis se apaga. Unas nubes están cubriendo el sol y quieren ocultar la visión que tenemos de la Pique Longue, así que decidimos bajar sin demora y directamente a Hourquette D'Ossoue. Cuando llegamos a este collado está ya casi todo cubierto. Es hora de apretar el paso y llegar al coche lo más rápido posible dentro de lo que nuestras fuerzas nos permiten. Antes de despedirnos de la cara norte del macizo, sacamos unas fotos. Ahora nos adentramos en el mar de nubes, donde está nevando ligeramente, en el Refugio de Oulettes de Gaube nos quitamos los crampones. Más peso a una espalda maltrecha por una mochila llena a rebosar. Seguimos nuestra senda helada y muy incómoda, se hace difícil mantener la verticalidad, la temperatura exterior está en -15ºC y la humedad es muy alta, un riachuelo discurre al lado del camino. Sentimos curiosidad por ver el lago que la noche nos ocultó, por fin llegamos, casi sin perder altura a una gran explanada donde se encuentra mitad helado, mitad líquido, el huidizo ibón. Para comprobar el grosor de la capa de hielo lanzamos varias piedras de diferente tamaños sobre la parte helada: Ni una sola fue capaz de penetrar el hielo, que debía tener entre tres y cuatro dedos de espesor.

El cielo se está oscureciendo y queremos llegar al coche antes del anochecer, pero el camino helado no nos deja progresar con rapidez, un resbalón puede tener malas consecuencias y tenemos que estar atentos hasta el final. Por fin, a las 17:30 llegamos al coche (el termómetro marcaba -8ºC a 1.500m) y concluimos nuestra ascensión express al Petit Vignemale en el día más frío del año. Una experiencia extrema, una lección dura.

Salud y Montaña


Slideshow Petit Vignemale (3.032m). Ascensión invernal: Javier Rodríguez

Reportaje fotográfico: Javier Rodríguez


Llegada a las 2:15 al Refugio de Bayssellance.


Habitación de invierno.

Impecable, pero frío...

La placa del refugio.

Mirando por la ventana del refugio.

La cresta que conduce al Petit Vignemale.

En la cresta.

Precioso día de montaña.

El refugio va quedando atrás.

Bello mar de nubes hacia Gavarnie.

Ultimos pasos.

Cima del Petit Vignemale (3.032m, -18°C),

La arista desde el Petit Vignemale a la Pique Longue.

El Montferrat.

Se aprecia las huellas de nuestro descenso desde el Petit Vignemale hasta Hourquette D'Ossoue.

Cara N del Vignemale.

Aitor con el Vignemale.

Mar de nubes en el valle de Gaube.

Lac de Gaube.




PS: Los comentarios son fuente de motivación para la existencia de un blog. Si algo te gusta (o si no), coméntalo para que en el futuro siga habiendo nuevas entradas. Gracias.



jueves, 3 de diciembre de 2009

Peña Itzaga (1.361m). Entrenando para las invernales.

Peña Itzaga


Parecía que la nieve se iba a quedar con nosotros desde principio de noviembre, pero un tardío verano de San Martín nos ha privado de disfrutar del blanco elemento hasta finales de mes. Afortunadamente, la nieve ha llegado para quedarse y con ello damos por inaugurada la temporada de invernales, cuyo campo de pruebas va a ser, entre otras montañas menores, Peña Itzaga.

Itzaga es un monte que separa los valles navarros de Izagaondoa y Unciti, al norte, del de Ibargoiti al sur. Sus 1.361 metros de altitud sobre el nivel del mar hacen de esta cumbre una de las mayores elevaciones del entorno de Pamplona, pero destaca especialmente por su prominencia de casi 800 metros, que le otorgan vistas sobre la Cuenca del Pamplona y el Pirineo impresionantes.

Con ganas de probar parte del material de invierno que he adquirido me encamino a esta montaña fetiche del montañero pamplonés, donde muchos de nosotros entrenamos en vistas a actividades más serias en la cordillera pirenaica. Un buen aperitivo para lo que viene. ¡A pisar nieve!



ASCENSIÓN


Ascensión cuyo punto de partida se sitúa en el pueblo de Reta (660m), donde aparcamos el coche en su salida sur, en un rellano herboso. Desde aquí tomamos la calle que asciende hacia el S y luego se convierte en pista en esa dirección. La pista atraviesa campos de cultivo durante un buen rato hasta que llegamos al área de desbroce, donde seguimos los cortafuegos hacia el SO, a mano derecha veremos una senda que se interna en el bosque. La senda asciende entre los árboles y salva una estribación rocosa que nos da acceso a la zona superior de la montaña. Llegamos por este camino a la Ermita de San Miguel, donde se muere la pista que viene de Zuazu. Un paseo por la amplia cresta somital nos lleva a la cima sin mayor dificultad.

Desnivel positivo acumulado: 700 metros

Tiempo: Nublado y bancos de niebla, temperatura de 5ºC en Reta, 0ºC en cima. Viento a 35km/h en cumbre.

Ruta: http://www.gmap-pedometer.com/?r=3348893


DURACIÓN

Reta - Inicio de la senda del bosque (20 min) - Ermita de San Miguel (55 min) - Cima de Itzaga (1h05 min). Ritmo normal. Sin paradas.


DIFICULTAD

Ninguna aparente, se camina desde el pueblo hasta la cumbre sin tener que superar ningún paso complicado. Desnivel asequible. Las únicas dificultades son las referentes a la orientación, que puede resultar complicada antes de entrar en el bosque, puesto que la zona está en proceso de desbroce. Dentro del bosque la senda se une con otras y solo la intuición y los escasos hitos nos ayudarán a seguir el buen camino.


DESCRIPCIÓN


La última semana de noviembre ha sido muy desapacible, el viento y la lluvia se han apoderado del cielo y han barrido cualquier evidencia de buen tiempo pasado. Hacía falta que llegasen las precipitaciones, para la tierra y para el hombre. Precisamente quien suscribe estas líneas estaba ya deseando ver nieve y acercarse a la montaña en condiciones propias de la época del año en la que nos encontramos. Tan pronto como el tiempo ha abierto un paréntesis de estabilidad, me he lanzado a entrenar a una de mis montañas fetiche, que conozco como pocas por ser muy próxima a Pamplona.

La Peña Itzaga lució su manto nivoso en la lejanía, visible desde la Cuenca de Pamplona, y atrajo mi mirada el día anterior. La mañana siguiente, salgo de Pamplona por la autopista, primero dirección Zaragoza, luego Jaca y, posteriormente me desvío hacia Urroz. En pocos kilómetros dejo la carretera autonómica para entrar en una comarcal que me conduce a Reta. Aquí aparco mi coche y me preparo con la ropa de invierno, básicamente una malla interior y calcetines gruesos, no está el día para más.

Me pongo en marcha a una hora ya tardía siguiendo la pista que asciende hacia el S, que estaba bastante embarrada, con lo que la progresión, aparte de penosa, es lenta. Conforme voy dejando atrás el pueblo y los campos de cultivo, voy tomando consciencia de la magnitud del incendio que devastó buena parte de la montaña este último verano. Al parecer un rayo impactó en la zona de matorral durante una tormenta eléctrica, en julio, y las llamas se propagaron con violencia, dejando más de 900 ha calcinadas. Recuerdo con pena el día que tuve conocimiento de aquel hecho, Itzaga ha sido y es una montaña que significa mucho para mí.

La realidad del lugar, hoy en día, es que las máquinas han tomado la parte baja del monte, en su vertiente norte, para desbrozar toda aquella naturaleza muerta durante el estío. La imagen es dantesca, el manto arbóreo se ha retraído unas decenas de metros y las herbosas pistas son ahora grises cortafuegos. La ceniza se ha disuelto en las capas superiores de la tierra, dándoles un aspecto negruzco nada familiar. En este escenario, desesperante, estaba yo buscando el inicio de la senda del bosque. Era como buscar una aguja en un pajar, donde antes había 2 pistas ahora hay 10 cortafuegos, árboles marcados de todos los colores y ninguna huella de montañeros. Después de haber estado divagando, y contemplando la posibilidad de retirarme ante la neblina y el frío imperantes, encuentro el camino de casualidad. Cambio de planes otra vez, me voy hacia arriba.

El inicio de la senda del bosque está marcado con una señal de unos 30x15cm, clavada en un árbol. No es fácil verla hasta que no se está a pocos metros. El camino aparece cubierto con un espeso manto de hojas humedecidas por las precipitaciones de los últimos días y por la niebla que envuelve la montaña en esos momentos. El matorral que puebla las bases de los árboles refuerza esa imagen de abrigo que desprende el bosque, cuyas hayas, por el contrario, están ya desnudas atestiguando la entrada de la estación fría.

Siguiendo el camino casi de memoria, ya que nadie ha pasado por allí en las últimas horas y la tupida alfombra de hojas aparece uniforme, progreso hacia la cima. La senda se une con otra que asciende desde la vecina población de Ardanaz, situada al O de Reta, y sigue un perfil sinuoso para salvar una pared de considerables dimensiones que, a primera vista, parece proteger el acceso a la parte superior de la montaña.

Saliendo del bosque entramos en un tramo que solía ser de matorral y ahora se ve convertido en testigo de la destrucción causada por el fuego. Sea como fuere, de las inertes ramas negras de aquellos arbustos están saliendo pequeños brotes verdes, desconozco si de la misma variedad arbórea o de otra distinta, pero la vida vuelve al lugar. Tras un breve paso por esta zona alcanzamos la Ermita de San Miguel de Izagaondoa, cuidadosamente restaurada y perfectamente visible desde las poblaciones del valle al estar en el perfil de la montaña.

Hace un rato que me he puesto el gorro cortaviento de forro polar debajo de la capucha, al salir de la zona protegida por la vegetación, las ráfagas de viento se hacen notar, máxime teniendo en cuenta la baja temperatura. La nieve hace acto de presencia también poco después de abandonar la ermita, pero está poco asentada por la continua acción del viento. En pocos minutos alcanzo la cima, envuelta en niebla y con un viento que no invita a quedarse más de lo necesario.

Enseguida emprendo la vuelta, desandando lo andado y habiendo experimentado el viento frío y la nieve por primera vez esta temporada. Y esto solo es el principio.

Salud y Montaña




martes, 27 de octubre de 2009

Arista Noroeste del Txindoki (AD+, IVº+).

Larrunarri o Txindoki (1.345m)

El monte Larrunarri o Txindoki, nombre éste que proviene de una borda de pastores que se sitúa a los pies de la cumbre, es un lugar sagrado para los vascos. En su cumbre tiene "Mari", la diosa por excelencia del Olimpo Vasco, una de sus residencias. También la tradición cristiana tiene su lugar a los pies de la montaña, en la ermita de Nuestra Señora de los Remedios. Pero la bella mole de Txindoki no solo evoca fenómenos metafísicos, también es un lugar de culto para alpinistas y escaladores, y en cuyas rectilíneas formas se han iniciado muchas generaciones de montañeros vascos y navarros.

La mole caliza de Txindoki se alza 1000 m sobre el Santuario de Larraitz, su alfilado pico de caliza y su arista se alzan sobre el entorno verde de los extensos pastizales y bosques de hoja caduca de la Sierra de Aralar, que delimita por el norte. La revista "Pyrenaica" describía así al Txindoki y sus tradiciones en 1927:

"Al norte del Aralar, se yergue majestuoso e imponente, encumbrado y denso, el peñascal de Larrunarri. Otros lo conocen por el más típico nombre de Txindokí y en el Goyerri guipuzcoano lo llaman también Ñañarri, quizá por parecer más delgado y frágil visto por este lado. Pero por donde quiera que se le mire, siempre es imponente y se presenta majestuoso a nuestra vista: parduzco en los días grises, azulado en días de sol. Los tejos, espinos, jarales y demás arbustos desparramados por sus laderas, tienen raíces de sangre entre sus duras rocas. Se alza a 1.430 metros sobre el nivel del mar y aunque esta altitud sólo le permite ocupar el tercer lugar entre sus hermanos, Gambo e Irumugarrieta son más altos que el Larrunarri, es siempre el más majestuoso. Txindoki, visto desde el vallecito de Zaldivia, tiene alguna semejanza con el perfil del Cervino".

La Arista NW, la vía más elegante de ascender a esta montaña, nos ofrece una bella escalada de ambiente alpino muy accesible, con dificultades puntuales de IVº grado y mucho IIIº y IIº. Una iniciación en los terrenos de aventura donde no abundan reuniones ni seguros fijos, a camino entre escalada deportiva y clásica.

Bonita ruta que realizamos en dos cordadas; los vascos Aitor y Xabier, y los navarros Gorka y Javier. Primer proyecto del otoño, el impresionante "Cervino Vasco".


RUTA

Desde el amplio aparcamiento sito en el barrio de Larraitz (400m) se toma la vía normal que asciende hacia el S por una pista ancha que poco a poco, según subimos, va estrechándose y haciendo zetas en su recorrido. Después de un empinado ascenso, observamos a la izquierda el inicio de la arista, primero herbosa y luego con afloraciones de roca. Nos desviamos por trazas de senda, superando una valla para ganado.

Ascendemos por la inclinada ladera, rodeando por el O la primera estribación rocosa, hasta ganar la base de la arista trepando un poco al final (IIº), donde apreciamos la reunión de salida en la pared. En este punto se convierte en una vía de escalada discontinua, donde siempre se progresa asegurado por una cuerda.

La primera dificultad es un diedro (IVº) bastante fácil, pero con las presas muy pulidas, superado el cual continuamos por terreno más fácil pero muy aéreo hasta una brecha donde se encuentra la primera reunión. Seguidamente, se supera una chimenea (IIIº+) y terreno delicado (que no se encuentre equipado y conviene asegurar) hasta alcanzar la segunda reunión al pie de la "placa bonita". Éste es el siguiente punto a superar (IVº), es corto y se encuentra bien protegido, después se progresa por terreno fácil (IIº-IIIº) hasta la tercera reunión.

Desde aquí solo queda superar el tramo más complicado, pero menos aéreo, de toda la arista: un diedro con techo y salida acrobática (IVº+) seguido de terreno resbaladizo de tierra y rocas, no muy bien protegido (solo 1 clavo). Una vez superado esto, se acaba la escalada y podemos disfrutar de un camino estrecho pero muy llevadero hasta la cumbre (IIº). El descenso se efectúa por la ruta normal, esto es, la pala SE hasta el Collado de Egurra y después descendiendo el barranco para enlazar con el camino de Larraitz. Gráfico de la ruta.


DESNVIEL POSITIVO

900 m


TIEMPO

Sol y nubes. Temperatura: Entre 10ºC y 15ºC. Con viento muy frío que hacía descender la sensación térmica a valores cercanos a 0ºC.


CROQUIS



DURACIÓN


Larraitz - Base de la Arista NW (50 minutos) - Erlabetzeko Puntie (3h15) - Txindoki (3h45) - Larraitz (5h)


DIFICULTAD

Camino evidente hasta el desvío para remontar las campas previas a la arista, entonces trazas de senda y trepadas fáciles hasta la reunión de salida. Vía de escalada (AD+) semiequipada con dificultades máximas de IVº+ y sostenidas de III. Cresteo hasta la cima con pasos de IIº sostenido. Descenso andando por senda y sin dificultades.


DESCRIPCIÓN:

La famosa Arista NW del Txindoki nos invitaba, de la mano de Aitor, a acercarnos a su afilada ruta en un fresco día de otoño. Por fin íbamos a escalar una vía que, desde aquí lo digo, tenía dudas de que pudiese realizar alguien con tan poca experiencia escalando como es el que escribe estas líneas. Partimos pues desde la cautela y la prudencia, que nunca sobran en la montaña.

A las 10:45 dejamos un precioso día de sol en Pamplona para dirigirnos al barrio de Larraitz, en el municipio guipuzcoano de Abaltzisketa. Abandonamos el coche en el amplio aparcamiento habilitado para los visitantes y, después de seleccionar el material, emprendemos la marcha por una amplia pista que supera, en un primer momento, una barrera para ganado.

Las primeras rampas son suaves y el camino gana altura dibujando generosas zetas que hacen accesible el Txindoki a miles de personas cada año. Éstas facilidades y nuestra ansiedad por llegar al inicio de la escalada hacen que llevemos un ritmo muy alegre, casi frenético. Pronto alcanzamos el desvío que nos conduce, a mano izquierda, a las laderas herbosas previas al inicio de la arista, que remontamos con la misma celeridad. Los terruños irregulares, ocultos por la hierba alta que crece sobre ellos, y húmedos por un rocío mañanero que el sol todavía no ha conseguido secar hacen la progresión cuando menos entretedida. A esto se suman las pequeñas trepadas (IIº) de calentamiento, ya por terreno más agreste, previas al inicio de nuestra anhelada escalada.

Ya estamos ante la reunión cero, el punto donde vamos a comenzar una aérea y bella ruta que va a exigirnos precisión y buena cabeza para alcanzar el final. En la base de la pared esperamos a que una cordada, que allí se encontraba, suba delante de nosotros mientras nos ponemos los arneses, los pies de gato y preparamos el resto del material. La espera es tensa, estamos con muchas ganas de subir y por fin lo hacemos, con la "cordada vasca" encabezando la escalada, que para eso son los anfitriones. La lentitud en las maniobras de la cordada precedente nos ralentiza en nuestra progresión y nos vemos abocados a esperar, estando a merced de un viento muy frío que empieza a levantarse y que acabaría haciéndonos temblar de la manera más inmisericorde durante buena parte de nuestra escalada, sobre todo asegurando al compañero.

Después de un buen rato la "cordada navarra" se lanza a la ascensión, encadenando largos con gran soltura, siempre siguiendo los pasos de Aitor y Xabier. La escalada del primer diedro (IVº) resulta muy fácil, además de estar bien protegido. La siguiente dificultad reseñable es la bajada hasta la primera reunión, antes de la cual hay que destrepar por un sitio delicado, con vacío a los lados. Después de esto hay que superar, de salida, una chimenea muy aérea (IIIº+), pero bien protegida (la reunión esta muy cerca) que nos conduce a terreno delicado donde nos hay seguros, por lo que conviene poner alguna cinta o fisurero en el trayecto. La siguiente reunión está al pie de la "placa bonita", una placa lisa y muy vertical con agarres buenos pero pequeños (IIIº+). Una vez alcanzada la tercera reunión solo nos queda superar el diedro final (IVº+) que se ve desde ella, la parte más difícil del recorrido puesto que tiene un techito y hay que superar con un paso acrobático hacia la izquierda. Tras esto, solo nos queda salvar un largo trecho de terreno resbaladizo (IIº+) donde la roca húmeda y la hierba alta complican nuestra progresión, estando el tramo solo protegido por un oxidado clavo con argolla. Una vez aquí se acaban las dificultades y recogemos nuestro material. Los vascos nos estaban esperando, ya cambiados.

El camino que resta hasta la cima del Txindoki es muy disfrutón, ya no hay tanto patio a los lados y las dificultades disminuyen drásticamente, al tiempo que el desnivel a superar se vuelve insignificante. En pocos minutos llegamos a la Erlabetzeko Puntie (1.312m), mausoleo a una montañera desaparecida en esta montaña años atrás, donde una cruz y una placa reclaman su memoria. Siguiendo la trazas de senda llegamos a la cruz y buzón, todo bastante destartalado, de la cima del Txindoki (1.345m), donde nos detenemos entre las nubes a comer nuestros bocadillos y a hidratarnos. Ahora ya hemos llegado, estamos los cuatro muy contentos y no paramos de hablar de la arista, en la que hemos disfrutado mucho y también hemos pasado mucho frío. Nos queda el descenso por la vía normal, que da más pereza que otra cosa.

El camino de descenso transcurre por la ladera SE de la montaña, la que da a Navarra, y consiste en un camino ancho que se multiplica en muchos ramales que se separan y se juntan. El deterioro de la vía es evidente y por ello, sin mucho acierto me temo, los responsables del mantenimiento de la misma han optado por poner pequeñas barreras para "guiar" el camino. No creo que sea efectivo y el trabajo para instalarlas ha debido de ser ingente. Descendiendo con cuidado alcanzamos el Collado de Egurra, desde el cual hacemos un recto y bajamos por el empinado barranco campo a través, hasta retomar el camino que desciende hacia Larraitz.

Observamos mientras bajamos el estético perfil de la arista que hemos descubierto hoy, con la satisfacción de haberla superado y la fascinación que, a pesar de ello, sigue despertando en nosotros sus paredes. Atardece en el Goierri y la silueta del Cervino Vasco desaparece bajo los últimos rayos del sol despidiéndose de nosotros hasta una próxima ocasión. Descendemos hasta el aparcamiento, casi vacío y lanzamos una última mirada hacia una montaña que tiene bien merecida su fama.


Salud y Montaña

Reportaje fotográfico: Javier Rodríguez / Gorka Sanz


Arista O del Txindoki desde el punto donde dejamos el camino para acercarnos a la vía.

Campiña guipuzcoana.

Los protagonistas de hoy.

El diedro de entrada (IV°).

Xabi ya lo ha superado.

Asegurando a Gorka desde la 'placa bonita'.

Vista atrás sobre la arista.

Caminando por las alturas.

Última reunión antes del diedro de salida.

Diedro de salida (IV°+)

Cima del Txindoki (1.346m).

Cruz de cima.

La arista al atardecer.


PS: Los comentarios son fuente de motivación para la existencia de un blog. Si algo te gusta (o si no) coméntalo para que en el futuro siga habiendo nuevas entradas. Gracias.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Collarada (2.886m): Una ruta circular por la montaña jacetana.

Collarada (2.886m): Una ruta circular por la montaña jacetana.


La Peña Collarada es un símbolo y puerta de entrada al Pirineo para todos aquellos que nos acercamos a él desde Occidente. Su peculiar relieve, con ese típico roquedo calcáreo terminal, domina la entrada al Valle de Canfranc y la suave ladera de Villanúa. Por el Norte, se alza abruptamente sobre el Ibón de Ip, de origen glaciar. A su lado, su hermana menor, la Collaradeta, que comparte su característica orografía, sobre todo en su vertiente Sur. Las impresionante formaciones calizas de este macizo lo hacen inconfundiblemente único y rico en cuevas, simas y otras formaciones geológicas.

Su gran proximidad de núcleos habitados y las escasas dificultades técnicas de su ascensión hacen pensar que su cima pudo haber sido conquistada en tiempos muy remotos. Sin embargo, la primera ascensión documentada data del 16 de julio de 1876, a cargo del Conde H.Russell y J.Labarthe.

En nuestro afán de seguir los pasos de aquellos míticos pirineístas, nos hemos propuesto una ruta circular cuyo punto de inicio y final sea Villanúa, ascendiendo por su uniforme ladera Sur para descender por el impresionante Circo de Ip y el Valle de Canfranc. Las vías más utilizadas, precisamente son estas dos: La Ruta Sur desde Villanúa, o Refugio de la Trapa, por el Paso Abete; o bien la Ruta de Ip, pasando por el Ibón y el Collado del mismo nombre desde Canfranc.

Vieja conocida de nuestras aproximaciones pirenaicas, la Collarada constituye nuestra primera ascensión de este otoño de 2009. Una bella y larga ruta para comenzar con buen pie.



RUTA

Desde el pueblo de Villanúa (953m), en la cabecera del Valle de Canfranc, tomamos la pista que asciende hacia el N-NE, hacia el Refugio de La Trapa. En un punto señalizado con un panel vertical, entre dos caminos, tomamos la estrecha senda que asciende campo a través cortando la pista. Está muy bien balizada con las marcas amarillas y blancas características de los senderos de Pequeño Recorrido. Llegamos así hasta el Refugio de La Trapa (1.750m), desde donde enlazamos con una difusa senda que gana altura hacia el NE, atravesando campos y pedregales, hasta salir a un barranco que evitaremos por el O. En ese punto desaparece la vegetación arbórea y caminamos por senda difusa, con pocos hitos, en dirección NE, buscando el Paso Abete a las faldas de la Collaradeta. Se asciende por terreno roto de piedra, la pendiente es suave. Una vez en el Paso Abete, contemplamos la Collarada y el Collado de Ip, pero giramos al E para ganar, tras superar la pedrera, el hombro y la cumbre la Collaradeta (2.729m). Acto seguido, sin perder apenas altura, nos dirigimos al cercano Pico del fraile (2.705m), desde donde descendemos por rastro de senda, hasta el Collado de Ip. Desde este punto la senda se hace mucho más evidente y el camino hasta la cumbre de la Collarada no tiene pérdida, en clara subida hacia el NO. Ultimo resalte rocoso fácil, con trazas de senda y múltiples posibilidades, no hace falta apoyar las manos. Descenso hasta el Collado de Ip por el mismo itinerario, desde aquí pedrera bastante inclinada (45º) y muy larga que hay que descender en dirección N. Terreno incómodo e inestable marcado con hitos ocasionalmente. Una vez en las proximidades del Ibón, flanquear el mismo por el S, por senda estrecha y aérea, hasta ganar la presa. Desde ésta el camino, no siempre evidente, desciende por la derecha del curso de agua (N) hasta el Valle de Canfranc primero por pasto de montaña y después por bosque. Desde Canfranc, siguiendo el Camino de Santiago, descendemos el valle para volver al punto de partida: Villanúa.


Gráfico de la ruta: http://www.gmap-pedometer.com/?r=3258060

Desnivel positivo acumulado: 2.220m

Tiempo: Nubes y claros. Temperatura: Entre 25ºC y 10ºC. Mucho viento en cumbre.



DURACIÓN

Villanúa - Refugio de La Trapa (1h20) - Paso Abete (2h45) - Collaradeta (3h15) - Pico del Fraile (3h30) - Collarada (4h30) - Collado de Ip (5h) - Ibón de Ip (6h20) - Canfranc (8h) - Villanúa (9h). Ritmo alto. Paradas no incluidas. Indispensable estar muy en forma para hacerla en un día.



DIFICULTAD

Las principales dificultades radican en la larga duración de la ruta y en su desnivel positivo acumulado, superior a los 2.000m. También hay que tener en cuenta lo incómodo del terreno durante buena parte del trayecto. No hay dificultades técnicas reseñables.



DESCRIPCIÓN

Después de unos útlimos días de mal tiempo parecía que el otoño se nos echaba encima y no nos iba a dar ninguna oportunidad este fin de semana. Nada más lejos de la realidad, parecía que para el domingo venía buen tiempo de nuevo. Además, en esta ocasión un viejo amigo iba a acompañarme a la montaña y afrontamos el reto de hacer una circular larga y dura muy motivados.

Salimos de Pamplona a las 6h50 y llegamos a Villanúa a las 8h 25, el cielo está despejado y parece que el sol nos va a acompañar. Preparamos las mochilas y nos calzamos las zapatillas de trail, me llevo las botas por si acaso y bastante agua y comida, el día se supone largo. Empezamos a andar a buen ritmo por la pista del Refugio de La Trapa y, enseguida, vemos un panel que indica la senda hacia el dicho refugio. Nosotros nos equivocamos y tomamos una senda más ancha que nos conduce a la Estación de Tren de Villanúa, donde nos indican amablemente que tenemos que tomar un camino que empieza campo a través justo al lado del panel. No hemos perdido más de diez minutos, despistados por el madrugón.

El camino que corta la pista en muchos puntos conforme asciende, transcurre por frondosos paisajes y nos depara sorpresas como el Dolmen de Letranz, al poco de comenzar. La senda es muy entretenida y nuestro ritmo alegre, con lo que alcanzamos el Refugio de La Trapa (1.750m, no guardado) en poco tiempo. Hemos salvado un desnivel importante pero el camino ha sido cómodo y se nos ha pasado volando. Después de echar un vistazo a las instalaciones del refugio, que es una casa con dos habitaciones, abiertas para quien quiera alli cobijarse, nos dirigimos hacia el NE, siguiendo las indicaciones del un panel. Primero la senda es evidente pero enseguida se pierde y atravesamos, en la dirección lógica, una serie de pastos y pedreras, ganando altura suavemente, hasta que encontramos el verdadero camino unos minutos más tarde. Esta parte del trayecto es difusa y es dada a que personas sin buena orientación puedan perderse.

Una vez fuera del bosque el camino a seguir se hace evidente, aún sin hitos que así nos lo confirmen. Se trata de remontar la pedrera, primero salvando la parte alta de un barranco y después flanqueando la cara Sur de la Collarada hasta llegar al Paso Abete, que separa Collarada de su hermana menor, la Collaradeta. La subida se hace dura, hemos cambiado de escenario y ahora estamos a merced de un viento inclemente que sopla cada vez con más fuerza, pero nada comparado a lo que vamos a experimentar más tarde en las cumbres. Las nubes pasan por encima de nuestras cabezas a gran velocidad, ocultando y dejando paso a los rayos del sol a su antojo. No es el típico día de verano, hace fresco.

Con todo, alcanzamos el Paso Abete y propongo a mi amigo Javi hacer tres cumbres en lugar de una, dado que nos encontramos bien y estamos adelantados respecto al horario previsto. Nunca dudé de que aceptaría y, de este modo, nos encaminamos hacia la Collaradeta, primero hacia el E, con el objeto de ganar su hombro, y luego por éste hasta la cumbre de la también llamada Peña Pequeña (2.729m). Aquí, nos refugiamos de un viento que amenaza con levantarnos del suelo, en una saliente de la cumbre con magníficas vistas al S. Nos comemos los bocadillos y nos hidratamos.

Tras este descanso merecido, nos encaminamos hacia el Pico del Fraile, justo enfrente mirando al N. En su cumbre hacemos las fotos de rigor y observamos por primera vez el inmenso Ibón de Ip y la Pala de Alcañíz o Bucuesa, entre otras montañas. Nos llaman la atención los Cuchillares, bellas agujas que defienden el paso entre la Peña Nebera y la Pala de Alcañíz.

Sin tiempo que perder, nos dirigimos, perdiendo altura rápidamente, hacia el Collado de Ip. Hay gente en la cumbre de la Collarada y montañeros que ya están bajando. Estamos impacientes por hollar la cumbre, llevamos bastante paliza encima y ésta va a ser la última ascensión del día. La verdad es que la subida de la pala se hace amena, el camino es muy evidente por primera vez en todo el día y solo el último resalte rocoso se torna incómodo, pero sin dificultad técnica. Después de varias horas andando y mucho desnivel en las piernas alcanzamos la cima de la Peña Collarada (2.886m), donde nos recibe un vendaval que, a pesar del cielo ahora despejado, deja una sensación térmica muy baja. Estamos poco tiempo en la cima, el justo para hidratarnos, hacer fotografías y charlar con una pareja de montañeros vascos que allí estaban.

Con la satisfacción de las cumbres y el consciencia del largo camino que aún queda por recorrer, empezamos nuestro descenso, primero hacia el Collado de Ip (2.567m) y luego hacia el Ibón de Ip, por uno de los canchales más largos y descompuestos que he tenido ocasión de conocer. Terreno muy roto e inclinado, además de largo, que hace lenta nuestra progresión. Estamos en penumbra puesto que el corredor tiene orientación N y nos volvemos a abrigar, algunos hitos marcan el camino a seguir, si bien no abundan. Esto no es importante aquí, porque es evidente, pero sí un poco más adelante, cuando realicemos el flanqueo del Ibón, es impotante encontrar la senda estrecha y aérea que bordea el lago, en invierno debe ser un paso delicado.

Estamos en el Ibón de Ip y son las 15:00, nos hemos desgastado bastante en el corredor y ahora esperamos encontrar una senda más cómoda para descender al valle, pero antes nos paramos a contemplar el enorme y precioso Circo de Ip, con sus famosos relieves, entre los que destacan la Pala de Ip, la Pala de Alcañíz y la Punta Escarra. Es muy impresionante también el enorme óculo que hay en la mole del Pico del Fraile, llamado "La Ventana". No menos sorprendente es, dada la altura del año en la que nos encontramos, cruzarnos con montañeros a las tres de la tarde preguntando por la Collarada, que queda a 2h30 de camino en el mejor de los casos, sin contar con el descenso. En fin, espero que tuvieran frontales y ropa de abrigo.

Sin más dilación, descendemos con celeridad por la senda que se va haciendo más y más amplia conforme descendemos por la orilla derecha del curso de agua que proviene de la presa. Es reconfortante volver al bosque, después de un venteado día, la sensación térmica asciende abruptamente y bajamos ya bastante relajados. Tanto es así que tardamos una hora en hacer el tramo que discurre entre Canfranc y Villanúa, por otra parte muy bonito y de gran interés cultural, puesto que es una parte del Camino de Santiago por la vía jacetana. Bonita forma de acabar el día, después de una ruta circular exigente pero muy bonita y de grandes contrastes.

Salud y Montaña



jueves, 1 de octubre de 2009

Midi d'Ossau (2.884m). Más que una montaña.

Midi d'Ossau (2.884m), Pirineo Francés, Francia. Septiembre de 2009.

El Midi d'Ossau no es una montaña más, es una cumbre emblemática del Pirineo. Esta mole de roca volcánica, que se eleva sobre el territorio circundante varios centenares de metros desvelando su origen violento, tiene probalemente la silueta más fácilmente identificable de todas las que se ven en el Pirineo Occidental. Se trata de una pirámide monolítica de lava solidificada en lo que antiguamente fue una chimenea de un volcán. Éste, al ser erosionado, desapareció, dejando al descubierto el negro magma de su interior. La fuerza y belleza de esta montaña atraen las miradas, sus abruptos relieves desafían a los montañeros. Su escalada es el objeto de deseo de todo pirineísta.

Las características del Midi d'Ossau suscitaron el interés de muchos montañeros y exploradores desde muy temprano, y por ello fue una de las primeras montañas pirenáicas en ser ascendida. Varios intentos fracasados durante los siglos XVI y XVII dieron paso al hito de su coronamiento en 1787 por un pastor del Valle de Aspe, hazaña que no sería repetida hasta 1797, cuando Guillaume Delfau lograra alcanzar la cima de la mítica montaña. La conquista de todas las puntas del Midi d'Ossau no se realizó en una sola vez; fueron en años diferentes. Si el Grand Pic fue coronado en 1787, sus hermanos menores lo serían en 1858 el Petit Pic, en 1907 Punta Aragón y en 1928 la Punta Jean Santé.

Hoy en día, la vía más utilizada es la que se inicia en el Col de Suzon y remonta el espolón NO de la montaña, superando tres chimeneas con grados comprendidos entre el Iº+ y el IIº+, y remontando el Rein de Pombie. También, para escaladores más experimentados, es una buena opción la vía de la Arista de Peyreget, con dificultades de hasta IIIº+. Las paredes del Midi d'Ossau ofrecen una multitud de vías de escalada, con dificultades muy diversas.

Proyecto ineludible en la carrera de todo pirineísta, su consecución ha sido, problemente, el punto final de mis ascensiones estivales de 2009. El más bello epílogo.


RUTA

Desde el aparcamiento de la Cabane d'Araille (1.709m), situado a 1km del Portalet, ya en territorio francés, se toma el camino bien señalizado que comienza al cruzar la carretera. La senda cruza un puente de hormigón y toma altura progresivamente hacia el N-NO. Pronto pasamos una cabaña de pastores y el camino empieza a empinarse y hacer zig-zags, que finalizan en el Col du Soum de Pombie. Desde este punto se observa ya la majestuosidad de nuestro objetivo. La senda discurre ahora, en trayectoria descendente, por la ladera del Peyreget, alcanzando en pocos minutos el Refugio de Pombie (2.032m) y el bello lago del mismo nombre que se encuentra a los pies del Midi d'Ossau. La senda continua hacia el NE atravesando la enorme morrena del Midi, llamada "Grande Raillère de Pombie", hasta llegar al Col de Suzon (2.127m), donde gira al O-SO. Ahora remontamos el espolón NE de la montaña hasta encontrar la primera de las chimeneas (IIº), continuamos brevemente por camino evidente hasta la segunda chimenea (IIº+), después de la cual avanzamos por trazas de senda marcada con hitos hasta la tercera chimenea (Iº+). Una vez superada ésta última llegamos al Portillón, con la Croix de Fer (2.657m) a nuestra izquierda, y solo nos queda remontar el Rein de Pombie por trazas de senda marcadas con hitos hasta la antecima. Superando la pequeña brecha que nos separa de la cumbre principal (Iº+), alcanzamos la cima del Midi d'Ossau (2.884m).

El camino del regreso es el mismo, debiendo estar atento a las referencias para bajar, tanto la Croix de Fer como los hitos que señalan las demás chimeneas. En el caso de las dos más bajas, se recomienda rapelar o bajar asegurado. Existen buenos anclajes con chapas y cadenas. Gráfico de la ruta


DESNIVEL POSITIVO

1.300m


TIEMPO

Despejado. Temperatura: Entre 25ºC y 15ºC. Sin viento.


CROQUIS




DURACIÓN

Cabane d'Araille - Col du Soum de Pombie (50 min) - Refugio de Pombie (1h05) - Col de Suzon (1h35) - Portillón (2h15) - Cima Midi d'Ossau (2h45) - Portillón (3h20) - Col de Suzon (4h50) - Col du Soum de Pombie (5h50) - Cabane d'Araille (6h35)


DIFICULTAD

El camino transcurre principalmente por senda ancha y evidente hasta el Col de Suzon, donde se convierte en una senda estrecha evidente.

Dificultades objetivas:

Chimenea 1: Grado II, 15 metros, angosta fisura tumbada con buenos agarres y placa lisa de 3 metros equipada con un clavo metálico. Rápel equipado con dos chapas unidas por una cadena. En buen estado.;

Chimenea 2: Grado II+, 25 metros, puede ascenderse por el diedro de la izquierda o de manera directa por una pared con buenas presas. Rápel equipado con dos chapas unidas por una cadena y un maillón. Todo en perfecto estado. ;

Chimenea 3: Grado I+, 40 metros, fácil trepada con magníficas presas y algún clavo para facilitar la progresión. Dos equipaciones de rápel, no tan buenas como las anteriores, debido a que la chimenea es muy fácil para destrepar.

Brecha antecima - cima: Grado I+, muy corta, requiere atención al destreparla.


DESCRIPCIÓN:

Domingo por la noche, suena el teléfono móvil: malas noticias. Mi compañero de cordada, Aitor, se ha lesionado una rodilla en una marcha de montaña y no va a poder acompañarme en la ascensión al Midi d'Ossau que habíamos planeado la semana anterior. Soy consciente de que ya estamos en otoño y pueden ser los últimos días para intentar una ascensión estival a una montaña que se complica bastante en otras condiciones. Está decidido, voy a intentarlo solo, no es la primera vez.

Sin el acicate de tener que recoger a nadie, salgo de Pamplona a las 7h05, camino del Portalet, donde termina el Valle de Tena, en el Pirineo Oscense. Tras 2h20 de viaje, llego al aparcamiento de la Cabane d'Araille, sito a 1 km del puerto fronterizo, en territorio francés. Preparo mis cosas con el fresco de la mañana y a las 9h40 me pongo en marcha enlazando con el camino que parte del otro lado de la carretera, enseguida cruzo un riachuelo por un puente de hormigón, delante del cual me he parado a leer la normativa del Parc National des Pyrénees. Estoy en un espacio protegido, y no es para menos: el entorno es espectacular.

El ancho camino remonta una amplia ladera de forma gradual, pasando por una caseta de pastores. Desde este punto, se vuelve más empinado y salva un mayor desnivel en menos metros, a base de zig-zags. Esto supone un buen calentamiento, han pasado 20 minutos y ya estoy mirando el reloj. Siempre con la guindilla en el culo. En esta parte más dura alcanzo una pareja de montañeros franceses con los que charlo brevemente. Pronto llego al Col du Soum de Pombie (2.129m), donde el coloso se muestra imponente e inexpugnable. Estoy deseando llegar a su base. También impresiona sobremanera la enorme morrena que desciende desde la pared S del Midi d'Ossau, muy cerca de ella se divisa el Refugio de Pombie (2.032m), que alcanzo en pocos minutos de rápido descenso.

Allí se encuentran más montañeros y escaladores, pero el tiempo apremia y sigo mi ruta. "Ya pararé a la vuelta", pienso. Tomo el camino de la morrena, que se atraviesa bastante bien, puesto que la senda discurre sobre bloques más o menos estables. Después de esto, el camino asciende suavemente hasta el Col de Suzon (2.127m), desde donde las vistas en todas direcciones son magníficas, por un lado el Pico de Saoubiste y por otro el espolón del Midi, hacia el N los verdes valles franceses y hacia el S la "Grande Raillère de Pombie". Aquí me detengo para beber y hacer una llamada. Hay buena cobertura. De pronto veo a otros montañeros franceses que han renunciado a ascender las chimeneas y descienden por la zona baja del espolón.

Enseguida remonto el corto tramo de senda que me conduce a la primera chimenea, donde otra pareja francesa está teniendo dificultades para superar la angosta fisura y la placa posterior. Recojo mis bastones y me encomiendo a la subida, no es nada difícil, y la clavija ayuda bastante para subir. Una vez arriba busco el anclaje para el rápel que haré en el descenso, por si acaso le saco una foto por si luego no lo encuentro. Sigo por el camino, que se ha convertido en una senda marcada con hitos, hasta la segunda chimenea, que supero por el paso de la derecha, una especie de escalera de presas muy buenas que nos dejan justo al pie del anclaje de rápel. Repito el procedimiento del paso anterior. "Ya ha pasado lo peor, no era para tanto", me digo. Y no me equivocaba, porque a partir de ese momento el camino es fácil y está bastante bien señalizado por los hitos que nos vamos encontrando hasta llegar al pie de la tercera chimenea. Pero antes de llegar me cruzo con unos sujetos, que con toda probabilidad eran los que habían gritado desde la cima unos minutos antes, me quedo mirándoles con cara de "sois unos garrulos y no os habeis enterado de que estamos en un Parque Nacional... o directamente maleducados". En fin. La tercera chimenea es bastante fácil, aunque impresiona desde abajo, pues dispone de buenas presas para manos y pies y hasta de algún clavo innecesario, que más que para ayudar puede servir para ensartarse a uno mismo.

Una vez arriba, estamos en el Portillón (2.657m), donde la Cruz de Hierro de nuestra izquierda señala la entrada o salida de la chimenea más alta. Es una buena referencia para el descenso, puesto que la senda y los hitos son confusos. En este punto doy caza a otros dos montañeros, que descansan y se hidratan antes de afrontar el Rein de Pombie, gran pedregal que conduce a la antecima del Midi d'Ossau. Remontar este trecho se hace cansino, se nota que llevo un mes sin ir a la montaña, tengo las piernas como las piedras sobre las que ando. En media hora alcanzo la antecima y, tras superar un pequeña brecha en la que es importante estar concentrado, llego a la cima del Midi d'Ossau (2.884m). Con las manos sobre el hito cimero, decorado con banderitas tibetanas, dedico mis pensamientos a mucha gente pero especialmente a mis habituales compañeros de cordada, Eloy y Aitor, que ansiaban esta cima tanto como yo. Estoy muy contento y solo, aunque por poco tiempo. Pronto aparecen los montañeros franceses que he adelantado en el Portillón y con los que comparto el almuerzo en la cumbre.

Ahora es el momento de descender, ya me he colocado el arnés y el casco y me voy a por las chimeneas, este va a ser el verdadero reto del día: rapelar. Tras decender por el tortuoso Rein de Pombie y acertar con la chimenea más alta, me dispongo a descenderla destrepando y, como suponía, no tiene ninguna dificultad y solo requiere tener cuidado con manos y pies. En poco minutos estoy en la entrada de la chimenea intermedia, la más larga y difícil, donde busco el anclaje de rápel. Uniendo una baga a mi anillo ventral con un nudo de alondra y a su vez con un mosquetón de seguridad al anclaje de la pared, empiezo a preparar el rápel: Primero uno mis dos cuerdas (2 x 30m x 8mm) para tener 60m de cuerda y poder descender en doble. Para ello hago un triple pescador sobre cada cabo. Luego paso la cuerda por el maillón y paso las dos cuerdas por el reverso, mosquetoneándolo todo a la baga. A continuación hago un nudo Machard sobre las dos cuerdas y lo uno con otro mosquetón a la anilla ventral. Por último suelto el mosquetón que me mantenía asegurado al anclaje de rápel. Ya estoy listo para bajar, todo correcto y con precaución me estreno en esta técnica. Perfecto, ahora recojo la cuerda tirando del cabo correcto y me voy hacia la chimenea baja, donde repito la operación.

Entre una cosa y otra me ha costado bastante tiempo bajar, pero ha merecido la pena hacerlo con seguridad, pues el destrepe libre no es muy aconsejable y, en esta ocasión, no tenía a nadie que me asegurase.

Una vez abajo, guardo mi material y me dispongo a descender rápido porque empieza a nublarse. No me detengo en el refugio, otra vez será, sigo mi camino con celeridad, parándome solo en el Col du Soum de Pombie a observar las maniobras del helicóptero de rescate sobre la pared S del Midi, maniobras muy cerca de la pared que comento con la pareja que encontré en este mismo punto unas horas antes. Es tiempo de volver y desciendo con la satisfacción de haber resuelto el problema del descenso en rápel y el enigma del Midi d'Ossau. Ha sido un magnífico colofón a un verano muy fructífero. Ahora, las invernales.


Salud y Montaña


Punto de partida. Se adivinan las zetas del camino.

Pasado el Col du Soum de Pombie. Por ahí he venido.

Primera estampa del Midi d'Ossau. Imponente.


Grande Raillère de Pombie

Hacia el Col de Suzon

Vista del Midi d'Ossau desde el Col de Suzon. Por esa pared hay que subir.


Instalación de rápel de la chimenea inferior

Chimenea intermedia. En principio, la más complicada.


Instalación de rápel de la chimenea intermedia


Cruz de hierro que indica el acceso a la chimenea superior (a la bajada)

Rein de Pombie. La pedregosa parte final.

Solo apto para cracks

Corredor de la cara N. Enorme sombra proyectada


Desde la antecima


Vista hacia el E desde la cima del Midi d'Ossau (2.884m). *Foto gran formato.

Petit Pic du Midi d'Ossau (2.807m)


Verticalidad


Regreso al pedregal


Autoretrato en la cruz


Chimenea superior

Instalación de rápel de la chimenea superior


Trazas de senda e hitos dispersos nos guían por esta enorme pared


Cómo montar un rápel (1). *Foto gran formato
Cómo montar un rápel (2). *Foto gran formato


Rapelando la chimenea inferior

Pico Saoubiste (i) y sus hermanos mayores

Impresionante pedregal a un lado

Verdes prados al otro

Masa volcánica

Ultima mirada


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