domingo, 29 de enero de 2012

Posets (3.375m). Ascensión clásica por la "vía Real", desde Eriste.

Posets (3.375m), Parque Natural Posets-Maladeta, Pirineo Aragonés, España. 6 de septiembre de 2011.


Septiembre es un mes fantástico, por lo general, para la práctica del montañismo en el Pirineo. Es una pena que coincida con el fin de las vacaciones aunque, por suerte, mi hermano Eloy y yo aún disponemos de unos días para patear la cordillera pirenaica. Aprovechamos el buen tiempo para descubrir una parte del Pirineo que no habíamos visitado aún: el macizo del Posets. 

El macizo del Posets pertenece al Parque Natural Posets-Maladeta, situado en el extremo nororiental de la provincia de Huesca. El pico Posets es la cumbre más elevada de este conjunto montañoso que alberga una gran cantidad de picos que superan la barrera mítica de los tres mil metros, entre los que destacan Pavots (3.121m), Espadas (3.322m), Diente de Llardana (3.094m) y el Pico de la Paúl (3.085m).

La primera ascensión oficial del pico Posets data del 6 de agosto de 1856, y fue realizada por el británico Henri Halkett en compañía de los guías occitanos Pierre Redonnet y Pierre Barrau. Figuras destacadas del pirineísmo, como el conde Henri Russel (1863) o el geógrafo Franz Schrader (1878) se acercan este pico, durante mucho tiempo denostado y que era, sin embargo, el segundo más alto de toda la cordillera pirenaica. La primera ascensión invernal la realizan, en 1880, Roger de Monts y el guía de éste, Dominique Courrège.

Para nuestra ascensión Eloy y yo tomamos la llamada "vía Real", hoy en día la ruta normal, que asciende desde la localidad de Eriste, en el valle de Benasque, hacia el refugio Ángel Orús, la llamada "Canal Fonda" y la arista S del Posets. Es una vía fácil, que fue ascendida por primera vez por un grupo de seis personas encabezadas por el doctor Adolphe Mony en 1883. Otras rutas de interés son la cresta de las Espadas, que recorre la arista entre el Pavots y el Posets, y el corredor Jean Arlaud, en la cara NO del macizo.

Preparados para otra emocionante aventura, que se convertirá en una ascensión express al Posets desde Eriste, nos dirigimos al singular valle de Benasque.

RUTA

Aparcamos el coche en el pueblo de Eriste (1.120m), y ascendemos hacia la parte alta del pueblo, donde unos paneles nos indican el camino a seguir. Tomamos una senda que discurre entre piezas rústicas y que gana altura paulatinamente, hasta cruzarse con la pista asfaltada cuyo inicio se encuentra también en el pueblo de Eriste. Recorremos la pista hasta su final, y allí nos adentramos en el parque natural, tomando altura por la senda que conduce al refugio Ángel Orús (2.100m). Una vez en este punto, hay que seguir una senda evidente que sale al E del refugio y asciende hacia el N-NO. Al llegar aproximadamente a la cota 2.500, tomamos la senda evidente, y marcada con hitos, que asciende hacia la canal fonda, donde tenemos que recorrer un camino salpicado por pequeñas incomodidades en forma de terreno pedregoso inestable. Al final de dicha canal se encuentra el Collado del Diente (3.010m), donde empieza la Espalda del Posets, cresta que debemos recorrer por terreno pedregoso fácil y con una arista final entretenida pero muy asequible. Mismo camino para la vuelta.


DESNIVEL POSITIVO

2.250 metros


TIEMPO

Espléndido. Día soleado con temperaturas ligeramente frescas para esta época del año. Temperatura entre 25°C y 15°C. Viento nulo.


CROQUIS





DURACIÓN

Eriste - Refugio Ángel Orús (2h15) - Collado del Diente (5h15) - Posets (6h30) - Ibón de Llardaneta (8h15) - Refugio Ángel Orús (10h) - Eriste (12h). Muchas pausas cortas para beber, y dos un poco más largas para comer.


DIFICULTAD
 

Ascensión bastante fácil técnicamente, pero difícil físicamente. La mayor parte del recorrido se hace por senda o pista sin ninguna dificultad, hay un tramo de senda por terreno pedregoso, más desagradable que difícil. La parte final del recorrido es una amplia cresta, aérea en el tramo final cimero. La mayor dificultad reside en el desnivel positivo que hay que superar -más de dos mil metros- para hacer la cima saliendo del pueblo de Eriste. La mayoría de los montañeros hacen la ascensión en dos jornadas.


DESCRIPCIÓN

Eloy y yo salimos de Pamplona el día 5 de septiembre por la tarde en dirección a Benasque. El viaje discurre tranquilo, pero se hace largo y llegamos a la villa aragonesa ya al anochecer. Nos damos una vuelta por el pueblo, pero enseguida nos dirigimos al camping Ixeia, donde ya había recalado en mi anterior visita al valle de Benasque. Aquí cenamos copiosamente y diseñamos un plan de 3 días, en los que intentaríamos hacer una ruta circular por el macizo del Posets haciendo cumbre en 3 tresmiles. Las predicciones meteorológicas eran buenas y nuestro ánimo el mejor. Siempre es especial para mi cuando voy con mi hermano a la montaña, y creo que el tiene la misma sensación.

Dormimos en un barracón con una veintena de literas que está vacío. Somos los únicos huéspedes, y nos sentimos como en casa, cogiendo unas cuantas mantas cada uno y conversando animadamente. A la mañana siguiente el despertador suena temprano, a la siete de la mañana, y enseguida nos ponemos en marcha: lentillas, ropa, desayuno, comprobamos las mochilas... y directos al coche. Hace fresco, el camping se encuentra junto al río y el grado de humedad es muy alto, así que nos abrigamos bien.

Tras un breve viaje, aparcamos el coche en el pueblo de Eriste, junto a la presa. Cruzando la carretera nos internamos en el pueblo, donde varios paneles, colocados sobre los muros de las bellas casas de la villa, que conserva su particular arquitectura de montaña, nos indican el camino a seguir para adentrarnos en el valle de Eriste. A pesar de ello nuestros primeros pasos son equivocados, encontrándonos desorientados en un pequeño pueblo de menos de 200 habitantes, lo cual no deja de ser una broma mañanera. Enseguida encontramos el camino correcto, que avanza por entre los verdes prados y campos de labor que circundan el pueblo. Eloy y yo conversamos alegremente, nos preguntamos sobre la ruta, nos ponemos objetivos, contamos algún chiste... nos divertimos mientras hacemos una de nuestras actividades favoritas.

Caminamos a un ritmo fuerte a pesar de llevar una importante carga en nuestras mochilas. Llevamos mochilas de 55 litros, y cada uno de nosotros la lleva repleta, con tienda, saco, ropa, comida y líquido para tres días, por lo que pesan mucho. Esto no nos desanima, pues se van a ir descargando a medida que avance el día, y la excursión, pensamos. En pocos minutos, abandonamos el camino y alcanzamos la pista forestal que parte del pueblo de Eriste y se interna en el valle del mismo nombre, donde nos encontramos con un grupo de montañeros que va camino del refugio Ángel Orús, como nosotros. Los saludamos y seguimos nuestro camino hasta la cascada de Espigantosa (1.500m), donde termina la pista y se encuentra un pequeño aparcamiento en el que hay dos furgonetas. Este aparcamiento es una opción muy recomendable si se quiere evitar los cuatrocientos primeros metros de desnivel desde el pueblo de Eriste, pero presenta el problema de que se suelen formar barranqueras en la pista y también hay importantes agujeros en la calzada.  

Hechas las fotos de rigor frente a la bella cascada, Eloy y yo continuamos nuestro itinerario, ahora ya sí, por el Parque Natural Posets-Maladeta. Unas señales verticales ofrecen una interesante información acerca del parque y un mapa de la zona del Posets, que nos paramos a mirar con detenimiento. Ya en el camino, el sol empieza a hacer acto de presencia por encima de nuestras cabezas, tornando el fresco inicio en una cálida ruta mañanera que nos conduce hasta el refugio Ángel Orús, al que llegamos después de poco más de dos horas de marcha casi ininterrumpida.

En este punto nos detenemos, en el exterior del refugio, puesto que a la hora a la que llegamos (alrededor de las 11 de la mañana), están limpiando y cierran el acceso al mismo. Nos hidratamos bien, nos quitamos ropa y entablamos conversación con un montañero estaba allí parado y  que nos cuenta su plan. Había salido de Eriste, y quería subir al Posets por la normal, descenderlo por su vertiente septentrional, pasar la noche en el refugio de Estós y poder atacar el Perdiguero al día siguiente. Nos pareció un plan estupendo y le deseamos buena suerte antes de despedirnos. Como iba equipado ligero y estaba en buena forma, enseguida nos dejó atrás en su camino hacia la segunda altura del Pirineo.

Cuando reanudamos la marcha habíamos estado parados unos veinte minutos, mucho tiempo, pero por entonces aún creíamos en nuestro plan original de pasar tres días en la montaña, así que no teníamos ninguna prisa. Poco a poco, ascendemos por la senda y las placas que separan el refugio del inicio de la llamada Canal Fonda. Cruzamos a varios grupos de montañeros que descendían del Posets, y que habían hecho cumbre a una hora temprana gracias, problablemente, a su pernocta en el refugio Ángel Orús la noche anterior.

Por nuestra parte, el ritmo que habíamos impuesto después de nuestra larga pausa, junto con el efecto de la altitud (ahora estamos en la cota 2.300 aproximadamente), comenzaba a hacer efecto en mí, que no en mi hermano. Nos paramos unos cinco minutos y volví a beber, esta vez agua, para compensar el montón de bebida isotónica que había engullido durante la pausa anterior. Enseguida se me pasó el malestar pasajero y nos pusimos de nuevo en marcha.

Hacia la una de la tarde nos adentramos en la parte más aburrida y sombría de nuestra ruta, la Canal Fonda.   En pocas palabras, se trata de una canal pedregosa encerrada entre dos murallas de roca, al O las estribaciones del Diente de Llardana y al E la Sierra de Llardana. Es una canal larga que, por su orientación y profundidad, alberga un nevero la mayor parte del año. Nosotros tuvimos suerte y nos encontramos la canal pelada. Así, tras superar los cuatrocientos metros de desnivel de los que consta este tramo del recorrido, llegamos al Collado del Diente (3.010m), donde encontramos a tres montañeros descansando a la sombra. Tras un breve saludo, nos giramos hacia el inicio de la Espalda del Posets, una amplísima cresta en cuya base nos detenemos para comer un poco, aprovechando el malestar que ahora parecemos padecer ambos hermanos. Un pequeña pausa nos vendrá bien -pensamos-, al fin y al cabo ya llevamos dos mil metros de desnivel positivo, y nos encontramos a más de 3.100m. Bocadillo de atún y sardinas tamaño XL para recuperar fuerzas, y bebida isotónica para mantenerse despiertos. Y funcionó.

Poco después, estábamos recorriendo el final de la cresta, allí donde se vuelve una arista de bloques que precisa apoyar las manos para progresar, aunque no presenta mayores dificultades, hasta la llegar a la cima del Posets. Nuestro objetivo estaba conseguido, habíamos subido desde Eriste en menos de siete horas, paradas incluidas. Nos felicitamos y empezamos a sacar fotografías de las bellas panorámicas que ofrece este punto, tanto hacia la cresta de las Espadas, al SO, hacia el Perdiguero, al NE, y hacia las Maladetas, al E. Impresionantes vistas, magnífico mirador.

En ese momento ocurrió algo extraño, por inusual: la batería de mi cámara desfallece. Eso significaba quedarse sin más fotos durante el día, pero también los demás días de travesía. Pensando en el desgaste de haber subido hasta aquí y en la cantidad de líquido que habíamos utilizado, Eloy y yo empezamos a barajar la posibilidad de bajar hasta Eriste e irnos a Pamplona en el mismo día. Así que emprendimos la marcha cuesta abajo con tranquilidad... hasta que Eloy se dio cuenta de que había dejado sus gafas en la cima, por lo que tuvo que remontar unos 60 metros de desnivel para recuperarlas. Le acompañé. Entre tanto, nos habíamos cruzado con el montañero con el que habíamos conversado en las inmediaciones del refugio: traía una cara de susto increíble. El pobre hombre había tenido que desistir de su plan original al verse casi enriscado en la bajada por la vertiente norte... y se tuvo que dar la vuelta, para bajar por donde había subido.

Con todas nuestras pertenencias sobre nosotros, ahora sí, bajamos por la misma ruta que habíamos recorrido con anterioridad, pero a la altura de la cota 2.600 nos desviamos hacia el Ibón de Llardaneta, que nos apetecía ver. Debo decir que mereció la pena el rodeo, aún estando cansados, porque es un paraje maravilloso. Nuestra posición a orillas del lago nos permitió echar un ojo sobre el paso de las Forquetas, que debía haber sido nuestra ruta de haber seguido el plan original. Nos pareció un poco tieso, así que definitivamente nos fuimos para abajo.

En el refugio Ángel Orús efectuamos la única parada en todo el descenso. Nos apetecía ver las instalaciones y beber algo fresco, a ser posible una cerveza, pero al ver que la jarra de sangría casera nos salía por poco más, nos decantamos por esta opción. Gran elección! Estaba buenísima, aunque un poco cargada, con lo que nos reanimamos sobremanera. El descenso fue muy entretenido, conversación fluida y filosófica para terminar un día memorable.

Había sido un gran día, porque como suele pasar cuando Eloy y yo vamos hacemos una escapada juntos, no medimos nuestras fuerzas. La emoción de ir juntos, y la soterrada y sana competición que existe en toda pareja de hermanos, nos lleva a dar el 120% en todas nuestras salidas en equipo. Siempre nos lo pasamos muy bien.

Pero, más allá del estado de ánimo especial, hay toda una serie de factores, nada despreciables, que son la base de nuestro éxito en esta ascensión relámpago al Posets. Para empezar, hemos descansado bien el día anterior, a 1.100m de altitud, en una buena litera. Tener el cuerpo descansado es fundamental. En segundo lugar, hemos desayunado bien, fuerte. Tercero, durante la ruta utilizamos todo el líquido que tenemos (3'5 litros cada uno), lo cual nos mantiene bien hidratados y sin bajones físicos. Cuarto, adaptamos el ritmo al más lento, generalmente quien escribe este relato. Quinto, comemos bien a mediodía. Sexto, estamos en buena forma, después de haber hecho bastante deporte en verano. Séptimo y último, las condiciones de temperatura, luz y viento son perfectas. 

Así pues, por una vez las buenas decisiones se unieron con buena condición física, buena planificación y buen tiempo. Subir y bajar en el día al Posets no es ningún logro sobrehumano, ni mucho menos, pero superar la barrera de los 2.250 metros en un día, con una carga en la espalda bastante importante, hablaba bien de nuestra condición física, y eso siempre es motivo de satisfacción.

Cansados, eso sí, muy cansados, llegamos al punto donde habíamos aparcado el coche ya de noche. Hicimos un par de sobres de comida liofilizada con el agua que nos quedaba para cenar y emprendimos el camino hacia Pamplona, con buena música y una sensación de victoria inmensa.

Salud y Montaña


Reportaje fotográfico: Javier Rodríguez


En la salida del pueblo de Eriste

Señalización orientativa

Boulevard verdoso

PR 36

Cascada de Espigantosa

Refugio Ángel Orús

Yo cerca del refugio.

Eloy con el camino por donde venimos.

Pico d'els Corbets (2.904m)

Paisajes espectaculares.

Cresta de las Espadas desde la cima del Posets.

Macizo del Perdiguero y Macizo de las Maladetas desde la cima del Posets.

Eloy. Cima del Posets (3.375m).

Canal Fonda

Piedra descompuesta echando la vista atrás sobre la Canal Fonda.

 Ibon de Llardaneta


PS: Los comentarios son fuente de motivación para la existencia de un blog. Si algo te gusta (o si no) coméntalo para que en el futuro siga habiendo nuevas entradas. Gracias.

viernes, 13 de enero de 2012

Baciás (2.760m). Experiencia panorámica en las montañas de Brazato.


Pico Baciás (2.760m), Sector de Panticosa, Pirineo Aragonés, España. 11 de julio de 2011.


No, el camino del exceso no lleva al palacio de la sabiduría, como dijera William Blake, el célebre pintor y poeta británico. Al menos en San Fermín. Pasados los primeros días, la fiesta pierde todo su romanticismo, y se hace necesario cambiar de aires, para beneficio de nuestra mente y, sobre todo, de nuestro cuerpo.

Rodados de otras aventuras veraniegas, en los Alpes y en el Sistema Central, nos disponemos a disfrutar de otra jornada de montaña, esta vez en nuestro querido Pirineo, allí donde todo empezó. Katarina está en forma, lo cual la predispone mucho más que de costumbre para la interesante actividad que nos planteamos, pero no es su única motivación. En efecto, sin experiencia previa en las montañas pirenaicas, gran parte de su motivación reside, precisamente, en conocer este mundo del que tantas historias ha leído y escuchado, y tantas fotografías ha visto.

En esta ocasión nos va a acompañar mi gran compañero de aventuras y amigo Gorka. Juntos decidimos el plan de montaña que nos aguardaba para el día D. Éste debía responder a varios requisitos: Primero, adecuar la actividad a Katarina, es decir, máximo 1.000 metros de desnivel positivo acumulado, sendero de principio a fin, objetivo por debajo de 3.000 metros; Segundo, debía estar cerca de Pamplona, a no más de 2 horas de coche; Tercero, y último, debía ser una cumbre panorámica e inexplorada por ninguno de nosotros, para mantener el interés. Como añadido, no imprescindible en un principio pero que nos hizo la ruta sumamente atractiva, subimos y bajamos a este pico por dos vías distintas.

El elegido fue el pico Baciás (2.760m), en el sector de Panticosa. Esta montaña, a pesar de no llegar a los tres mil metros, es una montaña de una altura nada desdeñable, situada al E del Ibón de Brazato. Su forma de triángulo isósceles, en el cual la base es su lado mayor, configura un relieve suave, apto para senderistas y montañeros primerizos. No obstante, la zona superior de la montaña presenta un terreno roto, de bloques, bastante incómodos, especialmente en la vertiente N.


Panticosa es un entorno maravilloso, en cuanto se deja atrás la zona del balneario, el Pirineo nos muestra sus tesoros. Allí fuimos, los tres, para descubrirlos, en una cálida jornada de julio.


RUTA

Llegamos por carretera al balneario de Panticosa (1.636m), aparcamos y tomamos la ruta que sale al E-NE, por unas escaleras, donde la señalización vertical nos indica el camino a los Ibones de Brazato. Seguimos por senda balizada el camino hacia los ibones, que serpentea para salvar el desnivel hasta los lagos. La senda se va difuminando poco a poco, atraviesa zonas de bloques y de desprendimientos, y nos conduce hasta el Ibón de Brazato (2.295m). Desde aquí tomamos la senda difusa que, marcada con hitos, nos lleva hasta el Cuello de Brazato (2.578m). Sin perder de vista la increíble panorámica sobre el macizo del Vignemale, remontamos el espolón NO del Pico Baciás, con algún paso aéreo en la vertiente SO y, sin ninguna dificultad, alcanzamos la cima del Pico Baciás (2.760m). El retorno se hace por el espolón SO, que pronto se convierte en una sucesión de terrazas herbosas hasta llegar al extremo meridional del Ibón de Brazato. Bordeando el lago llegamos a la senda que hemos tomado para subir, y descendemos ahora por ella hasta el balneario de Panticosa.


DESNIVEL POSITIVO

1.100 metros


TIEMPO

Típico de verano. Sol y nubes intermitentes, templado. Temperatura entre 25°C y 16°C. Ligero viento.


CROQUIS





DURACIÓN

Balneario de Panticosa – Ibón de Brazato (2h30min) – Cuello de Brazato (3h15) – Baciás (4h) -  Ibón de Brazato (5h15) - Balneario de Panticosa (7h15). Ritmo pausado


DIFICULTAD
 

Ascensión fácil. Senda evidente GR.11, con hitos y bien balizada, hasta el Cuello de Brazato, no tiene pérdida. Trazas de senda para ascender el espolón NO (con un pasaje un poco aéreo en la vertiente SE) del Pico Brazato, nulas referencias en la bajada por el espolón SO, pero no son necesarias porque la orientación es fácil hasta el Ibón de Brazato.


DESCRIPCIÓN

Es una templada mañana de julio en Pamplona. Gorka nos viene a buscar y emprendemos el camino hacia Panticosa. Hace mucho tiempo que Gorka y yo no nos vemos, uno en Pamplona, el otro en Ginebra. Ni siquiera con ocasión de mi visita en Navidad de 2010 habíamos podido organizar una salida a la montaña, así que teníamos muchas ganas de vernos y de compartir una experiencia montañera. 

En esta ocasión, Katarina está con nosotros, con lo que nos tomaremos la ascensión con mucha calma, como un soplo de aire fresco que deje atrás, por un momento, los olores no siempre placenteros de las calles de la vieja Iruña en estos tórridos días de julio. Conversamos animadamente, hay mucho que contar y poco tiempo para ello, Kattis y yo nos iremos en unos días y esta puede ser una de las pocas veces que veamos a Gorka en esta visita a Pamplona. Lo esencial es que estábamos muy contentos de vernos.

Llegamos a Panticosa a la nada razonable hora de las diez de la mañana. La tranquilidad, y hasta parsimonia, con que habíamos planteado esta jornada de montaña no tenía parangón. Una calma que siguió en la preparación del equipo, botas, ajuste de bastones, consulta del mapa, etc. Así pues, salimos del balneario de Panticosa en dirección a los Ibones de Brazato hacia las 10h30. Habiendo dejado el coche en el aparcamiento del balneario, cruzamos la plazoleta hacia el NE y subimos unas escaleras, tras lo cual vimos los primeros postes de señalización del GR.11. Nos ponemos en marcha por este concurrido itinerario adaptando el ritmo al de Kattis, que sube muy bien, por otro lado.


Atravesamos pinares, que van perdiendo densidad a medida que subimos de cota. En efecto, no solo la densidad arbórea es menor, cosa que es lógica debido a la altitud, sino que esta falta de gran vegetación se ve acentuada por los fenómenos naturales invernales que afectan a esta cara E, y en general a todas las laderas que dan a Panticosa: los aludes. Las trazas de la destrucción que periódicamente se produce en el pinar que estábamos recorriendo eran evidentes, árboles tumbados, otros arrancados de cuajo, y todo un trabajo de talla y acondicionamiento hecho por los operarios de la zona para hacer transitable el itinerario de gran recorrido (GR) que estábamos remontando. 

Poco a poco entramos en calor conforme ganamos altitud, la paradoja de siempre. Así que nos paramos a beber, quitarnos ropa, tomar fotografías del conjunto de las Argualas, que está justo a nuestra espalda, así como de los Picos del Infierno. Habiendo dejado atrás los últimos repechos y montículos recubiertos de materia vegetal, nos adentramos en la zona de bloques y grava que precede al Ibón de Brazato. Efectivamente, el desvío que conduce al Ibón Bajo de Brazato está justamente antes de afrontar esta zona de tránsito más exigente, pero sin complicación, que lleva a su hermano mayor.

Una vez en el Ibón de Brazato nos sorprenden las obras que allí se desarrollan, nos dicen los operarios que para mejorar la traída de agua. Es decir, perder menos líquido elemento en conductos y tubos antiguos, sustituyéndolos por nuevos. Trabajando para tal fin habían montado un auténtico campamento de altura con provisiones y abastecimiento vía aérea. Un helicóptero naranja apareció no menos de cinco veces en todo el tiempo que estuvimos por la zona del ibón para reabastecer a los operarios.

Gorka, Katarina y yo nos encaminamos hacia la parte meridional del ibón, siguiendo la senda que lo contorneaba por el O. Imaginábamos que ese camino seguiría después por el espolón SO, el que teníamos intención de recorrer a la subida en un principio. Luego no fue así, pero lo importante es que nos paramos a descansar en una de las grandes rocas que yacían sobre el lecho, antaño sumergido, del lago. Allí sentados dimos, por fin, verdadera satisfacción a nuestros estómagos comiendo los bocadillos que habíamos preparado para la ocasión. Después de ojear los alrededores y no encontrar traza alguna de la senda que debíamos subir nos decantamos por volver al GR.11 y seguirlo hasta el Cuello de Brazato. Haríamos la ruta por el espolón NO e intentaríamos encontrar la bajada por la cresta SO para completar la bucle. 

Dicho y hecho, Katarina, que se encontraba cansada, decidió quedarse en un pequeño refugio circular de piedras, de esos que abundan en nuestros montes para vivaquear, y nosotros nos encaminamos, ahora sí con celeridad, hacia el Cuello de Brazato. Los primeros minutos se me hacen un poco duros, después de comer y con mi peor forma física, se me hizo difícil seguir a mi compañero de cerca. Con calma, pero no tanta, pues ya era tarde, seguimos adelante entre colosos de piedra que se alzan a derecha e izquierda, donde divisamos unos bellos y pequeños ibones, los Ibones Altos de Brazato, dominados por los imponentes Picos de Labaza. Pronto llegamos al Cuello de Brazato, situado a 2.578m de altitud, y desde donde nos encontramos de bruces con una increíblemente bella estampa del macizo del Vignemale. Cercano y colosal, el gigante que enamoró a Henri Russell se erige ante nuestros ojos incrédulos. A pesar de haber  estado antes en otros bellos miradores, éste se puede considerar excepcional, quizá por la efecto de no ver nada y, de repente, verse desbordado por tan inmensa y extraordinaria visión.

Ya en la vertiente N del Pico Baciás, buscamos las trazas de senda y los hitos que nos conduzcan a nuestra ansiada cima de hoy. El camino es bastante evidente, aunque la senda no sea siempre identificable, y sigue el espolón en dirección S-SE, mayoritariamente por la vertiente N, pero también por la S. En realidad, es un itinerario de poca dificultad en el que la orientación no tiene una gran importancia, aunque conviene evitar algún paso aéreo, especialmente en la vertiente S. 

Así es como, recorriendo este cordal, alcanzamos la cima del Baciás (2.760m) en poco menos de una hora y cuarto desde el punto en que dejamos a Kattis. Nos hacemos las fotos de rigor, y después una pequeña sesión panorámica en todas direcciones. En realidad, el valor de esta cima es esencialmente panorámico, así lo habíamos leído cuando preparamos esta ascensión y así se vio confirmado una vez en lo alto de nuestro objetivo. Desde la cima del Baciás pudimos observar, con toda nitidez y proximidad, las cimas de los picos de las Argualas, Algas, Garmo Negro, Pondiellos, Arnales e Infiernos hacia el O; de los picos de Labaza mirando hacia el N; del macizo del Vignemale y Ordesa -sobre todo Gabietos y Taillón- hacia el E; y de los picos de Brazato y el pico Tablato al S. La vista es excepcional y bien vale los más de mil metros de desnivel desde Panticosa, sin ninguna duda.

Con estas bellas imágenes en mente empezamos a buscar el mejor camino para descender el espolón SO del Baciás. Lo encontramos, no tiene ninguna dificultad, y bajamos, primero por una cresta rocosa y después por terrazas de hierba, hasta el Ibón de Brazato. Precisamente hasta donde habíamos estado comiendo los bocadillos un rato antes. Desde aquí tomamos la senda que nos conduciría hasta Kattis, quien había disfrutado de una plácida siesta en su refugio lítico.

El sol daba síntomas de cansancio, se iba perdiendo en el horizonte, así que no nos demoramos mucho. Nos decidimos a bajar para llegar a casa a buena hora y, tal y como lo habíamos hecho a la subida, la conversación fue de lo más animada. Kattis se paraba de vez en cuando, a descansar sus rodillas y, para entretenerse, contribuía a hacer los hitos más grandes a base de cantos que iba encontrando en los alrededores. 

Después de unas dos horas de bajada, estábamos otra vez en el aparcamiento del balneario de Panticosa. Había sido un día muy bonito, tranquilo, disfrutando más que nunca ese Pirineo, que había echado de menos estando lejos de él, y de la compañía de Gorka y de Katarina.

Salud y Montaña



Señalización vertical cerca del punto de salida



Gorka en los primeros compases de la ascensión


Katarina posa con las Argualas y Garmo Negro.


El camino es bueno durante la mayor parte de la ruta


En el Ibón de Brazato, la senda que se ve es el GR.11 que conduce a Cuello de Brazato


Los protagonistas de esta excursión


El antiguo lecho del ibón, desecado


Ibón de Brazato y Picos de Brazato (izq.) y Tablato (dch.)



Observando el magnífico Vignemale
         

El espolón NO, desde las proximidades de la cima del pico Baciás, y las amplias vistas hacias Argualas e Infiernos


Gorka posa con el bello panorama que se abre hacia el O del Baciás


Gorka y yo. Foto de cima, con el macizo del Vignemale de fondo.


Los Dientes de Batanes


El valle del Ara y el Corredor de la Cerbillona, aún con algo de nieve.



Vignemale nublado


Gorka desciende el Espolón SO del Baciás


Espolón SO del Baciás


Terreno fácil pero pedregoso hasta el ibón


Aquí estoy negociando la bajada por bloques sueltos

Escarabajos pirenaicos


Y flora pirenaica


Argualas e Infiernos desde el Ibón de Brazato


Gorka descansa en el refugio de piedra


 En las proximidades del Ibón de Brazato.



Kattis mantiene los hitos



Bello descenso hacia Panticosa. Vuelta a casa.


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lunes, 2 de enero de 2012

Peñalara (2.460m). Ruta circular por las alturas de la Sierra de Guadarrama.


Parque Natural de la Cumbre, Circos y Lagunas de Peñalara, Comunidad de Madrid, España. 25 de junio de 2011.


Después de una primera experiencia alpina, Katarina está en forma y con ganas de más. Aprovechamos nuestra estancia, de unos días, en Madrid para acercarnos a la Sierra de Guadarrama y hacer una ruta circular por el Parque Natural de la Cumbre, Circos y Lagunas de Peñalara.

A pesar de que ya en los años 20 del siglo pasado hubo un proyecto de Parque Nacional para proteger las zonas de gran valor ecológico de Guadarrama y que en 1930 fue declarado Sitio Natural de Interés Nacional, no fue hasta 1990 cuando la Comunidad de Madrid otorgó a esta zona el título de Parque Natural de la Cumbre, Circos y Lagunas de Peñalara. Está previsto que en los próximos años esta área protegida sea declarada Parque Nacional.

La importancia del Parque Natural viene dada por una combinación de elementos geográficos, biológicos y paisajísticos de primer orden. Entre ellos destacan el Circo de Peñalara, de origen glaciar, así como las lagunas y humedales, declarados en 2005 sitios RAMSAR. La flora y la fauna, especialmente los relacionados con las lagunas (siete de las diez especies anfibias del parque están en peligro de extinción) son otros de los tesoros protegidos de este parque.

En fin, un magnífico lugar por el que pasear, siempre en los límites balizados de los caminos, y disfrutar de una jornada de montaña y naturaleza. En esta ocasión, como lo hiciéramos el verano anterior en la excursión a la Cabane des Dix, en los Alpes, en compañía de Eloy y Diana.


A mis lectores:
Os deseo un muy feliz y muy fecundo año 2012. En la montaña y fuera de ella. Muchas gracias por estar ahí, siguiendo este blog y aportando con vuestros valiosos comentarios y opiniones.
Salud y Montaña amig@s.



RUTA

Llegamos por carretera al puerto de Cotos, entre las provincias de Madrid y Segovia, a 1.830 metros de altitud. Dejamos el coche en el aparcamiento y ascendemos, siguiendo la carretera, hasta el Centro de Interpretación del Parque Natural de la Cumbre, Circos y Lagunas de Peñalara. Seguimos la senda bien balizada hacia el NE, en dirección a la Laguna Grande. Siguiendo la senda hacia la Laguna de los Pájaros, bordeamos el contorno SE de los picos de Peñalara y pasamos varias lagunas hasta llegar a la última, la de los Pájaros. En este punto podemos ver la cresta que deberemos recorrer para alcanzar la cima de Peñalara (2.460m). La bajada se hace por el itinerario más corto, el que sube de Cotos directamente, y así completamos nuestra ruta circular en dicho puerto.

DESNIVEL POSITIVO
600 metros

TIEMPO

Excelente. Soleado y templado. Temperatura entre 25°C y 18°. Sin viento.


CROQUIS




DURACIÓN

Centro de Interpretación– Laguna Grande (45min) – Inicio cresta (2h) – Cima Peñalara (3h30) - Centro de Interpretación (4h45).


DIFICULTAD
 

Ninguna dificultad técnica. Caminos balizados, amplios, sin pérdida. Poco desnivel y pocas fuentes de agua.


DESCRIPCIÓN

23 de junio de 2011. Acabamos de aterrizar en España y hace mucho calor. Como siempre en verano. Pocos días después de nuestro paseo por las alturas de Chamonix, donde no solo tuvimos una magnífica experiencia en la montaña sino también una meteorología pluscuamperfecta, nos sentimos animados, y preparados, para más montaña.


Hacía tiempo que quería ir a Peñalara, de la que mi hermano me había hablado varias veces, puesto que había ascendido esta cumbre varias veces. Este verano era un buen momento para acometer esta ascensión a una cumbre sin ninguna dificultad en verano y muy accesible. Buscando información sobre el Parque Natural de Peñalara, vi que podíamos hacer una ruta circular que pasase por las lagunas, los circos y, finalmente, la cumbre principal de la Sierra de Guadarrama, así que me decanté por esa opción. La que mayor interés podía despertar en mis compañeros de excursión.


Como suele pasar cuando somos varios, salimos tarde de casa y llegamos al punto de inicio de nuestra ruta a las tres y media de la tarde. Cierto es que finales de junio es una época del año sin problemas de luz natural, lo cual, sumado a las condiciones atmosféricas óptimas que se disfrutaban en ese momento, nos tranquilizaba y permitía estar hasta tarde en la montaña. A las 15h30, bajo un sol de justicia y después de habernos preparado, emprendemos la marcha hacia el centro de interpretación del parque. Tomamos una senda ancha que lleva, a través de un pinar, hacia la Laguna Grande. El camino está bien balizado, muy transitado, al estar en las cercanías de importantes núcleos de población y recorrer una orografía asequible para todos los públicos. Ello no le resta interés, en realidad atraviesa parajes muy bellos y ofrece unas vistas magníficas sobre la sierra madrileña y sus aledaños segovianos.


En pocos minutos, Katarina y yo nos distanciamos de Eloy y Diana, que caminan a un ritmo más lento. Nuestra aclimatación alpina y, sobre todo, la forma y buen ánimo de mi chica, hacen de la excursión un paseo muy agradable. Pronto dejamos atrás los pinares para salir a la luz directa del astro rey, que llevaremos clavado en la nuca durante unas horas, y nos acercamos a la Laguna Grande, donde una decena de personas se afana en hacer fotografías, comer un bocadillo o, simplemente, tomar el sol. Eloy y Diana llegan en unos minutos, y los cuatro juntos nos hidratamos y posamos para el recuerdo delante del circo que encierra la laguna.


Proseguimos nuestra ruta hacia el NE, descubriendo las otras Cinco Lagunas, más pequeñas, y otros bellos parajes, siempre bajo la mirada atenta de las aves rapaces que sobrevuelan el parque buscando presas, y siguiendo el la senda que conduce a la Laguna de los Pájaros, la última, la más septentrional. Tomamos fotografías de los humedales, la flora y algunos de los animales que alberga el parque, entre ellos las vacas que pastan en los prados de altura, a más de 2.000 metros. No hay duda de que el entorno es excepcional, y además, gracias a la hora tardía, nos encontramos prácticamente solos durante buena parte del recorrido de nuestra ruta circular. Concretamente hasta llegar al cordal que nos llevará a la cumbre de Peñalara, ya cerrando la bucle.


En efecto, al dejar atrás la Laguna de los Pájaros, nos encaramamos al Risco de los Claveles, donde nos sorprende una carrera de montaña, cuyos participantes muestran evidentes signos de cansancio y deshidratación. Alguno de ellos llegó a vomitar del sobreesfuerzo unos metros delante de nosotros. Le ofrecimos un poco de agua, pero declinó el ofrecimiento, tenía un camelback. Entre tanto, Diana y Eloy seguían detrás de nosotros, y así fue hasta la cumbre de Peñalara, que alcanzamos después de recorrer la rocosa senda que conduce a ella desde el NE. Durante la ascensión final, en la cresta, podemos divisar la llanura castellana que se abre ante nuestros ojos, con las tierras segovianas, Valsaín y la Granja de San Ildefonso en primer término. La vertiente norte de Peñalara es muy rocosa, pedregosa, hasta la cota 1.900, donde los pinares hacen su aparición.


Hacia las siete de la tarde alcanzamos la cima de Peñalara (2.460m), después de haber recorrido una cresta rocosa y haber saltado de bloque en bloque de piedra intentando esquivar las omnipresentes mariquitas que revoloteaban en este cálido atardecer. Kattis está contenta, es la primera de los cuatro en cumbre, es una recompensa a su buena forma y a sus penurias chamoniardes. Nuestros compañeros llegan en pocos minutos. Nos bebemos los últimos tragos de líquido y emprendemos rápidamente el descenso, que es pesado y discurre por la ruta normal, ancha como una pista forestal. En poco más de una hora estamos en el aparcamiento del puerto de Cotos y la excursión, ya con los últimos rayos de luz, llega a su fin.


Una vez más, esta vez en la Sierra de Guadarrama, la montaña nos ha dado un respiro, un tiempo de libertad y disfrute, los cuatro juntos, como aquel día en los Alpes. Esperemos que sean muchos más. Peñalara es un entorno magnífico, de gran interés para el que viene de otros macizos, y del que los madrileños y segovianos deben sentirse orgullosos.


Salud y Montaña



Kattis en el pinar

El circo glaciar de Peñalara

La Laguna Grande

El paraje de Cinco Lagunas

Vacas y terneros

Cinco Lagunas

Flores

Más humedales

Inicio de la cresta, con corredores de montaña

Laguna de los Pájaros con la cresta

Tonos malva

Camino de Peñalara

Sendas mágicas

Cerca de la cumbre



Kattis en la cima de Peñalara (2.460m)

Caballos al atardecer

Bóvido

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