jueves, 22 de septiembre de 2011

Collarada (2.886m). Una invernal solitaria.

Pirineo Jacetano, Huesca, España. 2 de enero de 2011.


Con muchas ganas de retomar la actividad alpinística, dejada de lado en el otoño por mis estudios en el extranjero, contacto con mi buen amigo Aitor y le propongo, aprovechando las buenas condiciones de la nieve, una ascensión a la Collarada.

La Collarada, vieja conocida de una ascensión estival anterior, es un desafío importante en invierno puesto que tanto si se opta por salir de Villanúa como de Canfranc, el desnivel positivo a superar se aproxima a los 2.000 metros. Por otro lado, la orografía de su vertiente sur, con una inclinación media de 30°/35°, y su amplitud, dificultan la estabilización del manto nivoso en invierno y primavera. La enormidad de esta ladera sur hace que las avalanchas sean de gran amplitud, como la que sepultó, el año pasado, a tres montañeros navarros.

Por todas estas razones, a las que podemos añadir la magnífica previsión de tiempo soleado y la proximidad a Pamplona, decidimos aprovechar la oportunidad de hollar la cima de este vigía de las llanuras jacetanas el segundo día de este nuevo año.

Es una ascensión sencilla técnicamente, larga y física, pero que ofrece una perspectiva privilegiada del Circo de Ip, Peña Telera, Peña Oroel y las llanuras jacetanas.


ASCENSIÓN

Llegamos a Villanúa en coche y tomamos una pista que sale desde el albergue del pueblo, la seguimos cinco minutos hasta que vemos un poste de madera que señala el camino hacia el refugio de la Trapa. Remontamos, por camino balizado, el trecho de bosque que nos separa del refugio y continuamos por un corredor de nieve muy transformada, hacia el NE. Una vez arriba seguimos, a falta de huellas en la nieve, esa orientación, para salir finalmente a la amplia ladera sur de la Collarada. Continuamos remontando dicha vertiente hacia el casco somital, que atacamos por el evidente y helado corredor SO. Proseguimos por arista de nieve fácil unos 20 metros hacia el E y alcanzamos la cima. Descenso por el mismo itinerario.


DESNIVEL POSITIVO 

1.900 metros


TIEMPO

Excelentes condiciones de innivación y de estabilidad del manto nivoso (Riesgo 1 por debajo de 2.000 metros y 2 por encima de esa cota), nublado dando paso al sol durante la jornada. Temperatura entre 5°C y -3°C. Viento débil.


CROQUIS




DURACIÓN

Villanúa - La Trapa (2h) - Ladera Sur (2h45) - Corredor SO (4h15) - Collarada (4h45).


DIFICULTAD

Pocas dificultades técnicas, concentrándose éstas en el corredor SO, de unos 45°, que nosotros encontramos con nieve muy dura, casi hielo, y que nos obligó a subirlo y bajarlo de cara a la pared. También hacer hincapié en la altitud de esta montaña, casi 3.000 metros, y el importante desnivel positivo, máxime teniendo en cuenta que se trata de una ascensión invernal.


DESCRIPCIÓN


Aitor y yo quedamos hacia las 7 de la mañana en Pamplona. Tras hacer las comprobaciones pertinentes nos ponemos en marcha y arribamos a Villanúa a las 8h45. Aitor ha decidido portear sus esquís durante casi mil metros para intentar disfrutar de una espléndida bajada por la grandiosa vertiente sur de la Collarada. No mentiría si asegurase que buena parte de su motivación bebía de esa fuente. Enseguida nos ponemos en marcha siguiendo el camino balizado y evidente que cruza la pista para todo-terrenos que conduce al Refugio de La Trapa. La senda está libre de nieve, la progresión es rápida y sin dificultades, aunque animada por algún "enganchón" de los esquís de Aitor en la vegetación próxima al camino.

En pocos minutos calentamos nuestras cuerpos y los ponemos en sintonía con nuestra enorme motivación por subir a este pico tan emblemático del Pirineo Occidental. Aunque hace fresco, la ropa nos empieza a sobrar desde muy pronto, en nuestras frecuentes paradas para beber ponemos y quitamos capas al gusto de cada cual.

Alcanzamos el Refugio de La Trapa (1.750 metros) con celeridad, el camino del bosque se hace ameno y corto. Es entonces cuando nos planteamos si seguir la ruta normal de verano, esa que contornea el murallón rocoso que se alza justo por encima del refugio por el E o si tomamos la vía directa del corredor de nieve situado justo al N de aquel. Sin mucha discusión, optamos por la segunda posibilidad, no podía ser de otra manera con Aitor, amante de la verticalidad hasta el desplome. La nieve, que hace su aparición en los alrededores del refugio, hacia la cota 1.700, esta muy transformada, y la progresión por el corredor resulta fácil y segura.

Así, no encontramos en una sucesión de pequeñas colinas y paso estrechos nevados que nos conducen, a modo de transición, hacia la gran ladera sur de la Collarada. La imagen de esta ladera es sobrecogedora. Mil metros nos separan de la cima, y la extensión de lado a lado de esta ladera es simplemente impresionante. La inclinación suave, pero sostenida, y la nieve dura que cubre toda esta vertiente facilitan nuestra progresión, especialmente a mí, que voy con crampones. Aitor pelea con los cantos de sus esquís para no perder la verticalidad. Los más de 900 metros de desnivel se hacen largos, porque ya llevamos un rato de ejercicio y porque la sensación de ver como la corona cimera se aproxima lentamente a nosotros martillea nuestra moral. Además, por qué no decirlo, hace fresco y es 2 de enero!

Llegamos finalmente al corredor SO, parece fácil, amplio y corto. Pero, como sospechábamos desde que la nieve se había empezado a endurecer bastante desde la cota 2.500, la nieve de nuestra vía estaba muy dura. Comprobamos que sólo las puntas delanteras de los crampones entran en la nieve. Además nos hemos traído sólo un piolet por barba, con lo que la ascensión y posterior descenso prometen ser entretenidos. Aitor se pone por delante y me confirma que la vía está para clavar bien y no resbalarse. Así que poco a poco vamos progresando, sin mayor dificultad, pero con algo de tensión (una caída nos haría coger velocidad por una pendiente de 1.000 metros helada...), hasta llegar a la arista que conduce a la cima. Sin apenas cornisa hacia la vertiente norte, la amplia arista se recorre fácilmente hasta el punto más alto de la zona. En menos de cinco horas hemos hecho una cima muy merecida y disfrutamos de las vistas, ahora que las últimas nubes parecen abrirse ante nuestros ojos.


Estamos en cima unos momentos, Aitor renuncia a descender el corredor esquiando, y decidimos descender como hemos subido, con cuidado y despacito. Desde la base del corredor nos separamos, Aitor se calza los esquís y desciende haciendo rápidos zig-zags que arañan la nieve durísima de la parte más alta de la ladera sur de la Collarada. A pesar de la amplitud del panorama, le pierdo de vista en pocos minutos, después tardaré un poco en encontrarle, hasta el punto de llegar a preocuparme por una posible caída. Finalmente le encuentro detrás de una colina, hacia la cota 1.900, comiendo un poco y abrigado con la chaqueta de fibra. Nos quedamos comiendo un rato más y emprendemos el descenso hacia el coche, con gran satisfacción por volver a recorrer nuestras montañas juntos y haber vuelto a conseguir una bonita ascensión invernal un año después de la epopeya del Petit Vignemale en el día más frío en mucho tiempo en el Pirineo.

Siempre es un placer y un reto hacer montaña con Aitor, quien ahora afronta otros desafíos en otras latitudes. Hasta pronto!


Salud y Montaña
















































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